Frida Kahlo y Diego Rivera, Man Ray y Lee Miller, Sylvia Plath y Ted Hughes, y Rita Hayworth y Orson Wells. Alrededor del mundo, diferentes disciplinas artísticas han unido a una buena cantidad de figuras. Guatemala no es la excepción y la pasión por el arte ha escrito grandes historias de amor. En este Día de San Valentín, compartimos tres:
Francisco Morales Santos e Isabel Ruiz
El escritor Francisco Morales Santos y la artista plástica Isabel Ruiz se dieron el “sí” en la iglesia del padre Chemita, en zona 5, hace 47 años. A la ceremonia, la novia llegó vestida de rojo y la música la puso un conjunto que asistía a un acto fúnebre. La boda selló un amor que había surgido años antes, cuando los libros fueron la excusa para dar el primer paso.
En la Universidad Popular
“Ambos estábamos inmersos en el mundo de la cultura. Isabel estudiaba en la Universidad Popular y un amigo me había hablado de ella”, asegura Morales Santos. De acuerdo con Ruiz, el primer encuentro fue muy peculiar. La gente conocía su pasión por la lectura, así que su pretendiente se acercó con una acción clave: ofrecerle distintas obras.
Con el paso del tiempo, la pareja forjó una relación en la que las citas estaban cargadas de arte: conciertos de la Orquesta Sinfónica Nacional, proyecciones cinematográficas, espectáculos de ballet y visitas a galerías. “Andábamos en todo. En esa época se podía caminar tranquilamente por las calles. Yo regresaba a casa, en zona 5, a las 22:00, luego de acompañarla a su hogar. El bus de la ruta 63 pasaba enfrente, y parecía que las cosas estaban hechas para que pudiéramos estar juntos”, comenta el autor de Estación Florida.
La pintora recuerda con cariño su noviazgo. “Yo me había hecho la idea de que no quería estar con alguien que no fuese del ambiente artístico, pero en Francisco encontré un cómplice para compartir mis gustos y mis ideales de un mejor país”, afirma.
Isabel y Francisco concuerdan en que más que competir, aprendieron a confiar que en casa tienen a un crítico de arte sincero, pues ninguno acepta adulaciones. “Hemos celebrado éxitos y sufrido situaciones de riesgo que nos han orillado a querer dejar el país, pero cada etapa vivida nos une más”, concluye Ruiz.
Manuel José Arce y Mercedes Arrivillaga
“Mi guapo”, dice la actriz Mercedes Arrivillaga mientras sostiene una fotografía en la que aparece junto a su esposo, Manuel José Arce (1935-1985), el poeta y dramaturgo que le robó el corazón.
Contrario a lo que muchos pueden pensar, esta historia no surgió en las tablas de un teatro, sino en la redacción de El Gráfico, donde ambos laboraban. La actriz comenzó a encontrar notas sobre su máquina de escribir y a intentar descubrir al autor de esas “bonitas palabras”.
En una ocasión, durante el cumpleaños de Jorge Carpio, coincidieron en la cocina. “Mientras buscamos el hielo, él se acomodó coqueto, como actor de cine, y me preguntó: ‘¿A qué no me das un beso?’ A esto respondí: ‘¿A qué sí?’”, dice Arrivillaga. Así nació el romance.
Los poemas sin duda enamoraron a la intérprete, pero también el carisma del autor: “Él era muy guapo, con don de gente”, manifiesta. Arrivillaga explica que sus hijos crecieron entre las butacas de los teatros, pues Arce escribía las obras que ella actuaba. Así, su casa estaba siempre llena de artistas, vestuarios y escenografías.
La actriz recuerda que Arce cocinaba y siempre la apoyaba para realizarse en el ámbito profesional. Además, cada 17 de marzo, fecha de su aniversario, no faltaban las flores. Aunque han pasado 33 años de la muerte del artista, puntualiza, en su memoria sigue muy presente.
Mario Chang y María José Morales
Mario Chang y María José Morales aseguran que la ópera fue el cupido que los flechó. Su historia comenzó cuando la soprano asistió a las audiciones de La Traviata, de Giuseppe Verdi, en la que participaba el tenor. Jornadas más tarde, la casualidad se alimentó con un saludo en el Conservatorio Nacional de Música Germán Alcántara. “Ese día empezó una amistad que cambiaría mi vida”, asegura Chang.
Aventuras y retos
El 14 de octubre de 2008 marcó el inicio de su noviazgo. La pareja menciona que han vivido aventuras impresionantes, y a pesar de algunos momentos malos, han encontrado apoyo. Así, el 13 de junio de 2011 se casaron y meses después partieron al extranjero con “una maleta llena de sueños”, dice Morales.
Los guatemaltecos coinciden en que el mayor obstáculo a superar ha sido la distancia. Sus profesiones les permiten estar solamente tres meses en una misma ciudad. “Ha sido un hermoso reto luchar por una carrera individual, pero es indispensable mantener buena comunicación y confianza plena en el otro”, indica la soprano. Aunque, como explica Mario, la tecnología les ha ayudado a estar conectados todos los días.