La obra de Francisco Nájera será celebrada este mes.
Cada año, el proyecto Escénica Poética celebra a un artista guatemalteco, y durante un mes presenta diversas actividades inspiradas en su obra. En esta ocasión, la Biblioteca del Centro Cultural de España será un campo minado por los artefactos del escritor Francisco Nájera en la exhibición Imán de su silencio. En medio del montaje de la muestra, el autor residente en Nueva York conversó con el Diario de Centro América.
¿Qué significa inaugurar Imán de su silencio, una muestra inspirada en su obra?
Estoy impresionado de que mi trabajo le interese a gente joven. Tengo 73 años y ver que personas como el diseñador y escritor Julio Cúmez me conozcan, es chulo (sonríe).
Su trabajo se distingue por esa relación entre textos y elementos visuales. ¿Cómo nació esta mezcla?
Al inicio no pensé en llamarlos objetos o artefactos. Realicé trabajos con Moisés Barrios y Rosina Cazali y mi idea era presentar mi escritura de forma interesante. Siempre he tenido claro que no todas las historias pueden ser libros, pero es necesario buscar un medio para que vean la luz.
Sin embargo, sus libros también presentan diseños poco convencionales…
Fui maestro y me di cuenta de que para entregar sus ensayos los niños producían su propio libro escrito a mano. Me quedó la interrogante: ¿Si ellos pueden presentarlo así, por qué yo no?, y decidí hacerlo.
En sus inicios regalaba esas obras a sus amigos. ¿Continúa con esta práctica?
Sí. Después de la primera vez que publiqué, en 1986, elaboré textos intelectuales, pero nadie les hizo caso. Para no perderlos, los regalé. Esto se convirtió en una costumbre que me permite compartir con mis amigos.
Se describe como un obsesivo de la escritura. ¿En qué trabaja actualmente?
Acabo de terminar una serie de textos que son una conversación con el Zohar. El misticismo me encanta, y estos usan las visiones para colocarse en otro espacio. Además, trato que tengan conexiones, de alguna forma, con el Popol Vuh.
¿Para quién escribe?
Definitivamente para los guatemaltecos. Aunque no permanezca siempre en el país, escribo para ellos.
¿Cómo mantiene su vínculo con Guatemala?
Ahora que estoy jubilado vengo dos veces al año. Mas, nunca he perdido esa conexión, porque está adentro, en mi corazón. Vivo en Nueva York, pero me considero un guatemalteco que ve el mundo desde su país.
