Con piel ceniza para simular la esquelética muerte en transición al más allá, jóvenes con gritos despavoridos dan vida a la Calabiuza (calavera), una festividad que se contrapone al Halloween, en la noche de Todos los Santos en Tonacatepeque, El Salvador.
La jornada comenzó la noche de ayer frente al cementerio, donde además de la muerte y de almas en pena se hacen presentes personajes de la mitología local como el Cipitío, el Gritón de Medianoche, la Llorona, Padres sin cabeza, la Siguanaba, el Diablo negro y rojo, así como otros personajes que empujan la carreta chillona que transporta un ataúd y va adornada de antorchas, lámparas y calaveras.
“Hoy se vivirá una noche de espanto en nuestro municipio ya que festejamos el día de la Calabiuza, que rinde culto al señor de la muerte Mictlantecuhtli”, anticipó en el acto inaugural Roberto Herrera, alcalde de la localidad ubicada 25 kilómetros al norte de San Salvador.
Bajo la luz de la luna y pirotécnicos, la celebración que cerró la madrugada de hoy con una fiesta a ritmo de cumbia atrajo a turistas extranjeros y jóvenes locales que captaron con sus teléfonos la mejor foto de los escupefuego o de los terroríficos personajes mitológicos.
En representación de un cadáver ensangrentado, con un collar de vértebras de vaca y una calavera de perro colgando de su cuello, Eder Carpio, un maestro de 31 años, dice que espera heredar la tradición a su pequeño hijo Jared, porque aparta a los jóvenes de vicios y de la violencia.
Desde un mes antes, los jóvenes preparan sus atuendos y hacen una colecta de fondos casa por casa para adquirir los materiales que adornan las carretas, porque la competencia es por generar mayor terror. “Las carretas se adornan de materiales lo más naturales posible y eso nos llevó durante la última semana a no dormir, fue un trabajo intenso, pero todo lo hacemos para mostrar al mundo un festival de curiosidades y alegría”, comentó Karla Arévalo, estudiante de comunicaciones de 24 años que colaboró con el grupo de jóvenes denominado Súper Canchita.
Ángeles somos
Los participantes hacen dinámicas de danza a ritmo de tambor que repita el estribillo de siempre: “Ángeles somos, del cielo venimos pidiendo ayote (calabaza) para nuestro camino, mino, mino”.
Como es tradición, la alcaldía de Tonacatepeque realizó la entrega de no menos de 34 mil porciones de ayote en miel a los asistentes que se agolpaban frente a gigantescos recipientes donde se cocinaban a la leña.
En diferentes puntos del desfile aparecen con traje blanco los ángeles y las lloronas o plañideras que gritan preguntado dónde está su hijo muerto. “El papel de la llorona es generar conmoción y escándalo dentro del desfile. En lo personal participo con mis amigos para que no se vaya a perder la tradición”, contó René García, quien a sus 27 años ha emulado ese personaje durante 13 años.
“La Calabiuza es un espacio de comunidad, de hermandad que nos da la esperanza y alegría que tanto necesitamos”, comentó el empresario Carlos Calleja, uno de los precandidatos de la derecha opositora a la presidencia de El Salvador, que estuvo presente en la celebración.
“En este tipo de prácticas hay un sincretismo entre tradiciones prehispánicas de pueblos indígenas y tradiciones cristianas”, explica el escritor y experto en temas culturales, Érick Doradea.
La Calabiuza, según Doradea, está contrapuesta al tema de Halloween que es una tradición que fue impulsada por los celtas y de gran vigencia en Estados Unidos.
*AFP