El vino inglés hizo su debut ayer en el gran festival británico de la cerveza, un hito que confirma la fuerza de esos caldos locales, otrora objeto de desprecio.
“El rock francés es como el vino inglés” es una frase atribuida a John Lennon, que refleja una época en la cual Europa se dividía entre naciones vinícolas, como Francia, España o Italia; y cerveceras, como el Reino Unido, Alemania y Bélgica. Los límites se difuminaron, como muestra la inclusión del vino en la 40a. edición del Gran Festival Británico de la Cerveza, que se celebra desde ayer y hasta el domingo en el pabellón Olympia de Londres, y al que se espera que asistan 50 mil personas.
Además de 900 tipos de cerveza, sidras y perries, a base de pera, se puede probar por primera vez una pequeña selección de vinos, en un guiño a la creciente reputación de los viñedos de Inglaterra. El presidente del festival, Colin Valentine, dijo que había que adaptarse a los tiempos. “Tienes que diversificar y dar a la gente más opciones. Quizás después de un par de pintas quieras sentarte y tomar una copa de vino”.
La real ale, estrella de las cervezas inglesas y del festival, se define como un producto natural elaborado con ingredientes tradicionales y dejado madurar en el barril del que se sirve directamente, a diferencia de las cervezas lager, que se consumen mayoritariamente en el mundo, y a la que se les añade artificialmente una ráfaga de dióxido de carbono para que tengan gas. Este producto tan cuidado entronca bien con cuatro vinos que se presentan en el festival y que vienen de viñedos del sur de Inglaterra: un espumoso Brut, un espumoso rosado, un Chardonnay y un Pinot Noir de estilo Borgoña.
“Los bebedores de cerveza son muy exigentes y apreciar las cualidades de la cerveza es muy similar a apreciar las de un buen vino”, explicó Will Burgess, de Honest Grapes. Añadió que la gente llega con curiosidad de probar algo que no conocen, y eso vale para el vino o la cerveza.
*AFP