El proceso de reducción de la pobreza parece estar revirtiéndose.
En la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible se hace un llamado a poner fin a todas las formas de pobreza y se expresa un consenso sobre la necesidad de avanzar hacia sociedades más igualitarias, solidarias y cohesionadas. Se exhorta, en particular, a “no dejar a nadie atrás”, lo que implica promover un modelo que incluya a todos, sin discriminaciones de ningún tipo, con especial atención para las discriminaciones de género, etnia, raza, edad o área de residencia.
No obstante, los avances logrados en sus condiciones sociales, América Latina aún se caracteriza por altas cifras de pobreza y desigualdad del ingreso, estas últimas entre las más elevadas del mundo, así como en otras dimensiones del bienestar.
A esto se suma que en la actualidad la región está experimentando un crecimiento económico negativo y que el proceso de reducción de la pobreza parece estar revirtiéndose.
En el informe Desarrollo social inclusivo: una nueva generación de políticas para superar la pobreza y reducir la desigualdad en América Latina y el Caribe, presentado en la Conferencia Regional Sobre Desarrollo Social, de 2015, la CEPAL advierte que, desde un abordaje de la pobreza que sitúa la igualdad en el centro, los avances en su reducción son frágiles y reversibles si no están acompañados por políticas públicas y una sólida institucionalidad social que promuevan la generación de empleo y trabajo decente, el acceso a servicios básicos, como salud, educación, vivienda, agua potable, electricidad y saneamiento, y el fortalecimiento de los sistemas de protección social.
Al contraerse el crecimiento económico y la creación de empleo, no habrá que caer en el error de recortar drásticamente el gasto social. A pesar de las dificultades de la actual coyuntura, el compromiso con la superación de la pobreza y la reducción de las desigualdades supone consolidar las estrategias, políticas y programas de desarrollo social inclusivo, garantizando la necesaria inversión social.
El compromiso de los países con la Agenda 2030 no admite retrocesos en lo social.
Es fundamental ampliar los consensos en esa área, lo que también supone, en forma urgente, transitar de la cultura del privilegio, que históricamente ha caracterizado las sociedades latinoamericanas y caribeñas, a una cultura de la igualdad.
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