In memoriam doctor Francisco José Monsanto Dardón (I)

Fue fundador y director del Instituto Nacional de Administración para el Desarrollo.

En el mes de la patria, Guatemala ha perdido uno de sus grandes maestros. El doctor Francisco José Monsanto Dardón, quien entró a la inmortalidad el 7 de septiembre de este año, entre el dolor de su respetable familia, el respeto, la admiración de  discípulos, alumnos y amigos que nos honramos en conocerlo.

No son muchas las personas que han logrado conjugar con éxito una trayectoria académica y profesional en el sector público. El doctor Monsanto (1932-2016) fue uno de ellos. Fundador y director del Instituto Nacional de Administración para el Desarrollo (INAD) de 1964 hasta 1978, fue el responsable desde esa institución de formar, capacitar e inspirar a profesionales guatemaltecos en el servicio público.

Debe mencionarse que el antiguo INAD es el antecesor de lo que desde 1980 es el actual Instituto Nacional de Administración Pública (INAP), institución noble que no ha hecho más que seguir avanzando en las grandes líneas de pensamiento y acción que dejó establecido el doctor Monsanto en su amplia trayectoria y fructífera labor. Como testigos y beneficiarios de este esfuerzo se pueden  mencionar a los funcionarios y directivos públicos que recibieron sus enseñanzas en las maestrías.

Además de educador, el doctor Monsanto se convirtió en  un visionario que, con su ejemplo de integridad y dedicación a los altos fines del Estado, demostró que se puede ser responsable y ético en el manejo de la cosa pública. También fue un investigador nato en campos estratégicos y complejos, como el  desarrollo municipal, la investigación científica sobre la administración pública y la modernización del sector público.

Nuestra sociedad no se ha caracterizado por el reconocimiento de sus  reformadores sociales, menos de quienes han aportado conocimientos a un campo tan importante como lo es la administración pública. Sin embargo, las nuevas generaciones harán bien en considerar las vidas y obras de aquellos ciudadanos que  decidieron edificar y no destruir, entregar y no retener. Sirvan estas líneas para patentizar que  nos sentimos agradecidos con el Creador por el regalo que le dio a Guatemala en la vida de este ilustre maestro. Que descanse en paz, el querido doctor Monsanto.