En las playas de la Costa Sur la liberación de tortugas se ha convertido en una atracción turística, debido a que las personas que participan tienen la oportunidad de compartir y apreciar las maravillas que nos provee el medio natural.
Por medio del proyecto Conservación y Uso Sostenible de la Biodiversidad en Áreas Protegidas Marino Costeras el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap) libera anualmente no menos de 3 mil neonatos de parlama.
Esto se da gracias al trabajo de los guardarrecursos, quienes entre julio y noviembre recolectan los embriones. La entidad ambientalista reporta hasta la fecha la liberación de 12 mil crías de esta especie.
Danilo Jiménez, guardarrecursos del Conap, explicó que el trabajo de cosecha se ha vuelto complejo debido al comercio ilegal y sobreexplotación humana para el consumo de huevos.
Lo que se hace
Para establecer el uso sostenible de estas especies, el ente protector implementa mecanismos de protección y control. Así, por medio de la Estrategia Nacional de Manejo y Conservación de Tortugas Marinas, las comunidades tienen aval para comercializar y consumir huevos de parlama.
El pacto contempla que los parlameros deben otorgar a unidades de conservación (tortugarios) una cuota del 20 por ciento de lo recolectado y el 100 por ciento de las especies que se encuentran en peligro de extinción.
Según el Conap, a nivel nacional existen 6 especies de tortugas marinas: la baule (Dermochelys Coriacea), la carey (Eretmochelys imbricata), la cabezona (Caretta caretta), la Verde (Chelomia mydas), la negra del Pacífico (Chelonia mydas agassizii) y la parlama (Lepidochelys olivácea).
Recolectar, capturar, cazar, intercambiar, comercializar y exportar estas especies conlleva cárcel de 5 a 10 años de prisión y multa de Q10 mil a Q20 mil.
Ser parte de la liberación de neonatos es una acción indiscutiblemente placentera, es un espectáculo que contribuye al turismo y a la conservación de las especies marinas, puntualizó Jiménez.