sábado , 23 noviembre 2024
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La labor ancestral de recibir la vida en sus manos 

En las comunidades indígenas de Guatemala, las comadronas desempeñan un rol fundamental, no solo como cuidadoras de la salud de las mujeres, sino también como guías espirituales y lideresas respetadas. Febe Guarcas, una comadrona kaqchikel de San Lucas Tolimán, Sololá, es un claro ejemplo de esta tradición viva y esencial.

Guarcas, con 42 años de experiencia, comenzó su labor a los 15, un camino que, según ella, le fue señalado en un sueño. “Desde mis 15 años yo empecé mi trabajo, porque las comadronas nacen, no se hacen”, afirma con convicción. En su visión veía cómo asistir un parto, recibir a un niño y realizar los cuidados prenatales. Su primera asistencia, un evento memorable, ocurrió cuando apenas era una adolescente. Desde entonces, ha atendido innumerables nacimientos y cuidado tanto a mujeres como a niños con medicina natural, llegando a tener hasta cinco pacientes diarios.

El trabajo de las matronas es arduo y constante, requiere su presencia a cualquier hora, sin importar las distancuas y condiciones climáticas. “Es un trabajo de día y de noche, bajo el agua y el sol. Con hambre salimos a atender embarazos”, describe. 

La situación de pobreza del país no permite que reciban pago por el servicio que ofrecen a la comunidad. “Antes nos pagaban hasta con unos 10 quetzales de pan”, recuerda Guarcas. En 2022 recibieron por parte del Gobierno un incentivo económico único de 3 mil quetzales.  

Febe Guarcas no solo es reconocida en su comunidad, sino también es una figura clave en el Movimiento Nacional de Abuelas Comadronas Nim Alaxik, donde funge como tesorera. 

Este movimiento abarca los 22 departamentos de Guatemala y cuenta con un registro de 23 mil 320 comadronas. La labor de estas mujeres es crucial para la reducción de la mortalidad materna, especialmente en áreas remotas y rurales donde el acceso a médicos y hospitales es limitado o inexistente.

La relación entre la medicina occidental y los conocimientos ancestrales mayas es compleja y diversa. En el Altiplano, las parteras mantienen una espiritualidad profundamente vinculada con el mundo maya, a menudo, mezclada con el sincretismo religioso. 

Ser comadrona es considerado un llamado que se manifiesta desde el nacimiento, marcado por el nahual, y generalmente revelado a través de sueños o enfermedades. Cada una tiene métodos únicos para atender a sus pacientes, utilizando desde estetoscopios y cintas para medir el abdomen hasta cremas y baños tradicionales.

En un contexto donde el acceso a hospitales y centros de salud es frecuentemente limitado, las comadronas son esenciales. Las mujeres mayas han transmitido este oficio de generación en generación, de madre a hija o de abuela a nieta, preservando y adaptando sus conocimientos a lo largo del tiempo.

El papel de las mujeres como Febe Guarcas no solo es una manifestación de la resistencia cultural y espiritual de los pueblos indígenas, sino también una respuesta vital y eficaz a las necesidades de salud de las comunidades más vulnerables de Guatemala. Su labor, arraigada en siglos de tradición y sabiduría ancestral, sigue siendo indispensable para el bienestar y la vida de muchas mujeres y niños.

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