Revelarse es un ejercicio que bien podría ser cotidiano en una sociedad como la nuestra.
Una sociedad ultraconservadora, una ciudad con aires de señora de antaño, esa es la Nueva Guatemala de la Asunción, que suspira por el ayer, por glorias pasadas, por una mezcla de vida colonial ensortijada con caudillos liberales de finales del siglo XIX y principios del XX.
A esa sociedad y ciudad es a la que Daniel Hernández le presentó, en febrero y marzo, la exposición Guatemala se Rev(b)ela, como signo visible de un deseo y un anhelo de desembarazarse de lo que la recubre, la mayoría de las veces innecesariamente, y que no deja transparentar lo real, casi lo real maravilloso, que puede ser el ser humano cuando se desinhibe de los prejuicios, estigmas y paradigmas que abundan en el medio.
La exposición reunió a personas de diversas edades, sexos, orígenes étnicos, estratos económicos y condiciones académicas, retratándolos con y sin ropa, dejando ver a través de sus miradas y gestos a una población que lentamente se desprende de signos represores en los cuales fue amoldada por siglos. El gesto habla por sí solo, justamente como la imagen, en este caso, fotográfica, que presenta a los hombres y mujeres que decidieron posar en dos facetas que sonrojan a la mayoría y que en algunos pudo producir morbo, pero que lejos de eso constituyó una piedra más, no en el muro de la intolerancia y el tabú, sino en el de una sociedad menos falsa y más abierta a ver y vivir la libertad que un cuerpo desnudo puede ofrecer.
La Alianza Francesa, como una entidad cultural de espíritu cosmopolita, fue el lugar idóneo para una muestra de este tipo, cuyos antecedentes se hunden en los trabajos que el mismo Hernández ha desarrollado en Guatemala desde finales del siglo XX. Desde la óptica de la historia del arte, se han realizado análisis de esa época acerca del desnudo masculino y femenino en fotografía, y se ha construido acerca de su utilización y difusión social una serie de mitos y barreras que la reciente exposición contribuyó a quebrar.
El hecho de incluir a un grupo tan heterogéneo de modelos y que estos no contaran con trayectoria dentro del medio, hace pensar que revelarse es un ejercicio que bien podría ser cotidiano en una sociedad como la nuestra, que en muchos de sus resquicios va buscando un lugar por el cual transparentar sus ideales de libertad.
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