El documento expone de manera concisa la situación de la caficultura nacional.
“Análisis de la cadena productiva del café de Guatemala: Propuestas de políticas y estrategias”, es el nombre del documento publicado por la Asociación de Exportadores de Café de Guatemala, (ADEC). Consta de 52 páginas y divide el contenido en cuatro capítulos. El capítulo 1 expone la estructura y dinámica del sector en el contexto internacional y nacional. En el 2 se dan a conocer los aportes ambientales y económicos del café para el país. En el 3 se detallan los marcos normativo y fiscal; y en el 4 se hace una propuesta de “política nacional para la reactivación de la caficultura.
ADEC ha hecho un excelente trabajo al compilar varios datos, generalmente difíciles de conseguir o de encontrar en fuentes confiables. Uno de los puntos que llama la atención es la sección que resume la situación del parque cafetero del país. Las plantas de café son productivas de 20 a 25 años, según diversos autores, y el reporte de ADEC muestra que en Guatemala, Sacatepéquez, Chimaltenango, Escuintla y El Progreso, más del 50 por ciento de los cultivos tienen más de este límite. Santa Rosa, Jutiapa, Jalapa, Huehuetenango, Quiché, Las Verapaces e Izabal muestran niveles de alerta, con más del 30 por ciento de sus plantaciones en esta situación.
Guatemala tiene alrededor de 276,000 hectáreas con café, de acuerdo con la Asociación Nacional del Café, y ADEC resume que más del 60 por ciento necesita renovarse.
Hablar de renovación no es sencillo, ya que implica inversión. El informe muestra que 43 por ciento de los caficultores son pequeños; es decir, producen desde libras hasta 200 quintales de café pergamino.
Para este gran porcentaje, el acceso a financiamiento es limitado. Si sumamos a esto los bajos precios que el Contrato “C” ha tenido en esta cosecha, que se traduce en bajos ingresos, la posibilidad de convertir la producción en un negocio sostenible se ve cada vez más lejana para estas personas.
Empresas como Nestlé, que tras la crisis de la roya donó plantas a varios productores, o Starbucks, que este año da inicio a la entrega de plántulas bajo su programa One Tree for Every Bag, están haciendo un esfuerzo en coordinación con sus proveedores para ayudar especialmente a los pequeños caficultores a mejorar sus plantaciones.
Es oportuno resaltar que el país no cuenta con políticas de renovación, como sucede en Colombia, Honduras y otros países que cada día presentan más competencia para nuestro producto.
Hablar de políticas públicas no implica hablar de gratuidad, pero sí de facilidad y agilidad para que los medios para este proceso sean accesibles, sobre todo para quienes carecen de posibilidades reales de acceso al crédito y a la banca.
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