Honduras expone el trasiego para decirle al mundo que su café es comparable con el guatemalteco.
A principios de enero, autoridades del sector cafetero hondureño lanzaron mensajes acerca del contrabando de café de ese país hacia el nuestro, estimando el paso de cerca de un millón de quintales del grano durante esta cosecha. Por supuesto, fue en tono de alarma, exponiendo el impacto que tiene en los precios del mercado local, ingreso de divisas para el país y recaudación fiscal.
Antes de emitir mis comentarios por el título de este artículo, reconozco que nuestros vecinos han hecho esfuerzos por mejorar la calidad de su producto, sobre todo en el procesamiento y manejo de pergamino húmedo, donde radica una de sus mayores debilidades. Políticas que pasan por brindar más soporte agrícola, mejorar el procesamiento y manejo de la materia prima del productor a los intermediarios, apoyarse en el Ejército para brindar seguridad y una fuerte inversión en mercadeo internacional, les han permitido ser uno de los principales sustitutos para los cafés del resto de países centroamericanos. A principios de año, el Presidente del Instituto Hondureño del Café (Ihcafe) dijo que para la cosecha 2015/2016, las proyecciones de exportación alcanzan los 8.3 millones de quintales, 25 por ciento más que la anterior. A esto sumamos la agresividad que han demostrado para atraer negocios de distinta índole. Recientemente la señora Fanny D. Estrada comentó que varias empresas de la industria textil en nuestro país, recibieron cartas explicando las ventajas competitivas que ofrecen y motivando el traslado de las industrias. En este contexto, no es de sorprender que la divulgación que dan al contrabando sea una acción, voluntaria o no, para incrementar el reconocimiento de sus cafés. Una forma de decir “nuestro café es totalmente comparable con el guatemalteco”.
No pongo en duda que tienen cafés de todas calidades, como también ocurre aquí, pero el mensaje hace que los compradores pongan en duda la reputación de los cafés de Guatemala, que se ha construido desde los 90. Lamentablemente, como país y como sector, no contamos con argumentos para defender, en bloque, las ventajas competitivas de nuestro producto. La información generada ya llamó la atención de tostadores en mercados tradicionales para el café nacional, quienes se preguntan cómo llega el café aquí, qué controles tienen los exportadores para detectar el producto hondureño y cómo se garantizan que no están pagando un precio de US $50 por un café que podrían conseguir por un diferencial de solo US $10 al cambiar de país proveedor.
El riesgo de sustitución es latente y más probable por los altos precios a los que se cotiza nuestro grano en el extranjero. Es importante que los productores, exportadores y autoridades decidan cómo abordar esta problemática para evitar el detrimento de la reputación de los Cafés de Guatemala, ya que eso derivaría en un colapso de la agroindustria cafetera en nuestro país.
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