Las hermanas Guillén se inspiran y le dedican una carta a Sergio, su padre.
La figura paterna es una de las más importantes en el mundo del deporte, como lo muestra la dinastía Guillén, iniciada por Sergio, papá, triatleta y mentor de Andrea y Paula, hermanas y ciclistas guatemaltecas, quienes aprovechan el Día del Padre para agradecerle su esfuerzo, pues para ellas simboliza a todos aquellos que le han dado como herencia el deporte a sus hijos.
Papi:
Desde que tenemos memoria recordamos que siempre quisimos ser como tú. Recordamos que cuando aún eras seleccionado nacional de triatlón te mirábamos entrenar unos ejercicios específicos de pesas para natación en una máquina que todavía tenemos en casa, y siempre te imitábamos.
Tenemos tantos recuerdos de cuando te llevábamos al aeropuerto y cuando te íbamos a traer, y de lo emocionadas que nos poníamos porque siempre nos traías regalos. Por supuesto, éramos muy pequeñas como para darnos cuenta de que el verdadero regalo era -y sigue siendo- tener a nuestro papá de vuelta en casa.
Crecimos viéndote competir, y junto con mamá éramos la porra más alegre siempre. Al terminar tus triatlones no dejabas de buscarnos inmediatamente para agradecernos la compañía y el apoyo, sin que te faltara un vasito de fruta que te daban al cruzar la meta, y que te servía para recuperarte por el gran esfuerzo. Era fruta muy rica, y es que cómo olvidar que hacías un doble viaje para darnos uno a cada una.
Y, como era de esperarse, seguimos tus pasos. Nuestra infancia siempre fue alrededor del deporte. A nuestras amigas en sus cumpleaños les regalaban muñecas, juguetes, vestidos, entre otros detalles, pero a nosotras nos dabas un par de tenis, calzonetas, o cualquier accesorio para hacer deporte, y éramos las más felices.
Tú, papá, siempre fuiste nuestro modelo a seguir, y hasta hoy en día lo sigues siendo, por tu disciplina, tu sacrificio, la entrega que le pones a todo lo que haces y el compromiso que tienes, no solamente en el aspecto deportivo sino en todo lo que te propones para alcanzar tus metas.
Una de las lecciones de vida que nos has dejado y que más nos ha marcado fue al graduarnos del colegio, cuando creíamos tener una presión de abandonar el deporte y enfocarnos en los estudios.
Tenemos muy presente que te dijimos que queríamos seguir practicando ciclismo competitivo, y tu respuesta no se nos olvida:
“Miren muchá, la universidad siempre va a estar ahí, no se va a ir a ningún lado, pero sus años para hacer deporte de alto rendimiento sí se acaban, y más rápido de lo que uno cree. Si quieren seguir entrenando, pueden dedicarse a eso al 100 por ciento, y yo las voy a apoyar; las voy a ayudar económicamente para que no tengan que trabajar o estudiar por ahora, para que puedan enfocarse en hacer lo que les gusta. Yo no tuve ese apoyo de mis papás, y me hubiera gustado haber empezado a hacer triatlón mucho más joven.”
Por siempre vamos a estar agradecidas contigo papá, por habernos dejado la mejor herencia, que es amar el deporte y hacerlo a un nivel de alto rendimiento. El deporte es lo que siempre ha movido a nuestra familia y lo que nos ha mantenido unidos, aunque estemos separados.
Papi, tal vez no nos diste todo lo que quisimos, pero nos diste mucho más de lo que necesitábamos. Porque nos enseñaste que las cosas se hacen en vida, y la vida es para disfrutarla, y que no hay nada imposible para los que trabajan duro por alcanzar sus sueños.
Porque aprendimos que compartir contigo durante los entrenamientos, en los desayunos posentreno, o solo poder hablar de cualquier tema, vale mucho más que cualquier cosa material que existe.
¡Ah sí! Y por último, pero no menos importante, una frase muy sabia que por siempre nos acompañará: “Lo más importante no es ganar, sino competir sin perder ni empatar.”
Andrea y Paula.