El teléfono no para de sonar; las solicitudes llegan por montón y desde distintas vías. Las peticiones son vastas y la agenda, a pesar de estar recién estrenada, dispone de poco espacio en blanco entre las hojas, que comienzan a resultar insuficientes. Eso es un día normal en la vida de Jorge Segura, abogado y notario de profesión, y softbolista de corazón.
Las ganas y el ímpetu de trascender hacen de Pipo, como es conocido por los suyos en el centro de los distintos diamantes del país, un profesional, hijo, padre y deportista comprometido con poner en lo más alto el nombre de su país, tanto en el cumplimiento de las leyes como en las competiciones locales y extranjeras.
Actualmente, cuando 3 meses lo separan de ver nacer a su segundo heredero, el especialista en picheo confesó sentirse contento por lo que la vida le ha permitido gozar, pues ha visitado no menos de 7 países, entre los que sobresalen Estados Unidos, República Checa, Holanda e Italia, en los cuales, haciendo gala de su potente brazo derecho, ha provocado los halagos y el respeto para la Tierra del Quetzal.
¿Cómo nació su carrera deportiva?
Mi mamá jugaba softbol, y desde pequeño la acompañaba. Cuando tenía 17 años hicieron una cena en mi casa, por mi cumpleaños, y llegó un entrenador cubano de nombre Mario Pedrozo, quien me invitó a entrenar. Comenzó el desarrollo del picheo y me vinculó con un equipo de la Liga Mayor. A partir de 2003 me uní al entonces llamado Kern´s, que después cambió su nombre a Ciclones, y actualmente Lanquetin.
Es uno de los peloteros más cotizados. ¿Cómo ha sido el camino para lograrlo?
Me ha tocado entrenarme con grandes sacrificios. En algún tiempo iba a la universidad, trabajaba y entrenaba con la Selección hasta las 11 o 12 de la noche. Al día siguiente, a madrugar para repetir la rutina.
¿Cómo es un día en la vida de Pipo?
Mi día es hermoso. Desde que me levanto le doy gracias a Dios porque respiro. Estoy cargado de actividades, y lo primero que hago, desde las 5:00, es preparar las cuestiones de mi hija para que vaya al colegio. Trato de llegar temprano a mi oficina y se ejecutan los trabajos del día a día. Entre 17:30 y 16:00 trato de ir al campo de soft a entrenar. Regreso a casa aproximadamente a las 21:00 y comparto con mi familia.
¿Cómo resulta la combinación entre su profesión y el deporte?
Difícil, porque sacrifico mucho a mi familia.
¿Qué acontecimientos han marcado su vida como deportista?
Positivo: haber jugado el Mundial de Softbol en Canadá, en 2015. Negativo: en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Mayagüez 2010, donde resultamos últimos del grupo.
¿Quién es su inspiración?
Dios ha sido siempre el centro de mi vida; sin embargo, mi esposa y mi hija son las personas que me mueven día con día.
¿Cómo visualiza el futuro del softbol nacional?
Si no se trabaja en los jóvenes, yo puedo decir que no vamos a ver softbol por lo menos en 10 años.
A su juicio, ¿qué necesitan los nuevos softbolistas para trascender?
Corazón, compromiso, deseo, determinación, talento y ganas de hacer bien las cosas.
Donde usted ha estado, ¿qué dicen del soft chapín?
Nos respetan muchísimo. Ha costado pero lo hemos logrado.
¿Qué planes deportivos hay para 2016?
Este año tenemos una prueba deportiva con la Selección, en Venezuela. Quiero continuar en Estados Unidos para mejorar mi juego, y así seguir ganando campeonatos nacionales.
¿Tiene fecha prevista para su retiro?
Sí. Hasta que ya no pueda competir. Quiero que me recuerden como un buen jugador. Solo el tiempo lo va a determinar.
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