Miremos hacia adelante para el logro de la Agenda 2030.
El 11 de octubre se conmemoró el Día Internacional de la Niña, aprobado por la Asamblea General en 2012. Actualmente, 60 millones de niñas en el mundo tienen 10 años, edad que representa el umbral de la adolescencia, un momento clave en el que las decisiones acerca de su vida y desarrollo marcarán una diferencia para siempre.
Ellas podrían convertirse en lideresas, trabajadoras, profesionales e impulsoras de sociedades productivas, dinámicas, respetuosas de los derechos humanos. Las oportunidades a las que cada niña y adolescente acceda hoy, definirán la medida en la que pueda desarrollar su potencial y aportar al desarrollo de sus familias y comunidades.
Muchas de estas niñas, enfrentan graves violaciones a sus derechos humanos como discriminación, violencia en sus distintas manifestaciones, matrimonios y uniones tempranas, violencia sexual, embarazos forzados durante la niñez y la adolescencia, que ponen en riesgo su vida, salud y desarrollo pleno. En Guatemala, 1.9 millones de niñas adolescentes tienen entre 10 y 19 años. Solamente 70 por ciento de ellas han finalizado la educación primaria y 22 por ciento ya han estado unidas o casadas al finalizar este período.
Un parto de cada 5, sucede a una adolescente entre los 15 y 19 años e, incluso se tiene reportes oficiales de adolescentes con su cuarto parto.
El futuro del mundo y de nuestro país dentro de 15 años, depende de las inversiones que se realicen en las niñas y adolescentes. La Agenda 2030, con sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), constituye el plan común para un planeta con desarrollo equitativo que no deje a nadie atrás, especialmente a las niñas y adolescentes indígenas, rurales y pobres que tradicionalmente han quedado atrás en el camino por el desarrollo.
Proteger la salud, la vida y proyectos de las niñas adolescentes es un camino que conduce a las sociedades al desarrollo y una tarea en la que todas y todos tenemos un llamado a la participación. Leyes, servicios e inversiones permiten garantizar los derechos de las niñas y adolescentes ofreciéndoles oportunidades de aprendizaje para la vida, participación y ciudadanía.
En la familia, la escuela, la comunidad, el Congreso, el gobierno local, las empresas y el Gobierno nacional, podemos tomar decisiones que cambien la vida de las niñas y adolescentes hoy. El futuro de la humanidad depende de las oportunidades que ellas tengan para desarrollarse plena y libremente.
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