Núcleo vital para el logro de los objetivos de desarrollo sostenible.
El 15 de mayo se conmemoró el Día Internacional de las Familias, fecha proclamada en 1993 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, ocasión para promover conciencia y conocimiento de los procesos sociales, económicos y demográficos que la afectan; así como su composición diversa. En Guatemala, de las 3.3 millones de familias, 50 por ciento tienen la estructura de familia nuclear, integrada por madre, padre, hijos e hijas; 18 por ciento son familias extendidas; 15 por ciento son lideradas por mujeres.
El estudio ¡Me cambió la vida! Uniones, embarazos tempranos y vulneración de derechos de las niñas y adolescentes, presentado recientemente, reconoció que las familias tienen un rol de prevención para evitar que las niñas y adolescentes queden desprotegidas frente a la violencia sexual, las uniones de hecho y embarazos tempranos que ponen en riesgo su vida y su desarrollo.
Las uniones y matrimonios tempranos son muchas veces presionados o arreglados por las propias familias, por factores como pobreza, cultura patriarcal y relaciones de poder. El estudio también indicó que, con el acompañamiento y conocimientos adecuados, las familias pueden convertirse en el espacio educativo donde las niñas y adolescentes aprendan sus derechos, construyan valores democráticos y empoderamiento; así como conocer los riesgos de la violencia sexual. Las familias en su diversidad y haciendo uso de la evidencia científica tienen mejores herramientas para educar a las niñas y adolescentes, y prepararlas para la toma de decisiones informadas que potencien su propio desarrollo.
Los objetivos principales de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, se centran en poner fin a la pobreza, promover el desarrollo social y el bienestar de las personas, protegiendo al mismo tiempo el medioambiente.
Con el adecuado apoyo a nivel nacional, comunitario y escolar, las familias pueden convertirse en el centro y el motor para avanzar en el camino del desarrollo, haciendo la diferencia en la vida de las niñas y adolescentes; así como transformar los roles patriarcales y machistas que toleran la violencia sexual y el control sobre las decisiones y vida de las hijas. Reconociendo que con un ciclo de respeto, valoración e inversión en el desarrollo de las niñas, las familias tienen mayor desarrollo, mejores oportunidades, más bienestar y mayores probabilidades de transformar la vida de las comunidades y del país.
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