sábado , 23 noviembre 2024
Inicio Vendedor de pañuelos y catedrático de ética

Vendedor de pañuelos y catedrático de ética

2

Recuperar la coherencia moral es, sin duda, uno de los retos más difíciles y urgentes de la época que estamos viviendo.

Que la ética no se aprende tanto en libros, como en testimonios vivos de virtudes y valores existencialmente encarnados, ha sido enseñanza comúnmente aceptada por todo el pensamiento clásico, de manera particular en el ejemplo de Sócrates y de Aristóteles. Los grandes principios de la moral convencen cuando sus formulaciones universales se materializan en la vida cotidiana.

Robert Spaemann consideraba la importancia de los gestos concretos a favor de la justicia, y demás virtudes, esos buenos comportamientos capaces de suscitar asombro, tantas veces por  lo inhabitual en su frecuencia, o la generosa magnanimidad de sus protagonistas. Todas estas acciones buenas cotidianas son importantísimas, son buenas sin restricción y animan a portarse bien. Afirma el filósofo alemán que “cada uno de estos comportamientos justifica la existencia del mundo”. Descubrimos en estos pequeños gestos diarios, que hay personas buenas (“todavía quedan buenas personas”, se afirma en el lenguaje coloquial) y no solo “buenas acciones”.

Sin duda que las calles de Sevilla asistieron hace meses a una lección de ética, a mí entender magistral, impartida por el inmigrante nigeriano Peter Angelina, vendedor de pañuelos y que lucha por convalidar sus estudios de medicina en España. Encontrar abandonado un maletín con 3 mil 150 euros en efectivo, junto a seis cheques por un importe de 13 mil euros y entregarlo inmediatamente a la policía supone un gesto heroico para quien pasa  necesidad.

Los argumentos de Peter ante las preguntas de por qué devolvió el dinero, no dejan lugar a dudas ni requieren complicadas interpretaciones: “El dinero no era mío, yo no podía quedármelo y a Dios no le hubiera gustado que lo hubiera hecho”. La virtud de la justicia no puede formularse con mayor nitidez. Pero además, Peter explicaba la raíz más profunda: “Para un cristiano es lo normal. El amor de Dios está por encima de cualquier dinero”.

Recuperar la coherencia moral supone uno de los retos más difíciles  y urgentes de nuestra época. El cometido corresponde a cristianos y a no cristianos, solo que para nosotros en frase del vendedor nigeriano debería ser “lo normal”. En todos los ámbitos de la educación, también y especialmente en la universitaria, se nos presentan oportunidades cotidianas para acompañar a las nuevas generaciones en ese empeño por conseguir que el buen comportamiento ético no solo sea “lo normal” sino que constituya “lo habitual”.

Deja un comentario

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Artículos relacionados

DEPARTAMENTALES

CIV sostiene reunión para mejorar carreteras en Quiché

Con el firme compromiso de atender las necesidades de las comunidades que...

DEPARTAMENTALES

Continúa la entrega de alimentos para combatir la desnutrición aguda

El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA) continúa su labor con...

EN EL PAÍS

PNC reporta 71 detenidos, armas incautadas y vehículos recuperados

En las últimas 24 horas, la Policía Nacional Civil (PNC) efectuó una...

REVISTA VIERNES

Dibujó y construyó la tradición visual que revive historias

Con más de 60 años de trayectoria de la plástica guatemalteca, Roberto...