Es innegable decir que el futbol cambia. Evoluciona el mundo y el balompié va de la mano aunque en Centroamérica, excepto en Costa Rica, no se perciba. El retroceso o estancamiento es lo que da de qué hablar en una Concacaf en la que siempre Estados Unidos o México se reparten el pastel. ¿Quién los para o les planta batalla?
Honduras, El Salvador, Guatemala, Panamá, por decirlo de alguna manera, en su momento complicaron a los gigantes norteamericanos, y los hicieron tropezar no ganándoles un campeonato, sino un partido o empatándoles, factores que a la postre daba esperanzas de que algo se estaba haciendo bien, pero al final de cuentas solo fue puro cuento y maquillaje.
En Copa Oro, desde 2000, de Centroamérica, solo Costa Rica, en 2002, y Panamá, en 2005 y 2013, se han colado en las finales. Ninguno ha sido capaz de ganarla. El Caribe, por su parte, lleva 2, tampoco las ha ganado, pero han sido las recientes, gracias a Jamaica. Y podría conseguir su tercera al hilo.
Martinica, la Selección que no está afiliada a FIFA, le convirtió 2 goles a México, Haití avanzó a cuartos de final como primera de su grupo, por encima de los ticos, y Curazao, gracias a una combinación de resultados se coló. Son cuatro las ediciones, en las que los del Istmo no han llegado a las semifinales de Copa Oro (1998, 2000, 2007 y 2019).
Si es que existe una diferencia entre el Caribe y Centroamérica, esta es muy estrecha y la Copa Oro 2019 ha servido para hacerla notar. El repunte que han obtenido quizá es porque han sabido interpretar de otra forma el futbol, como intentar transparencia después del FIFAGate o bien convocar a jugadores nacidos en otros países con raíces propias. Solo en la fase de grupos de la Copa Oro entre centroamericanos y caribeños hubo 10 duelos y el saldo fue 5 victorias para los primeros, 4 para los segundos y 1 empate. Si en verdad hay una revolución caribeña, las eliminatorias para el Mundial de Qatar 2022 serán candentes y con historias impredecibles. De momento, se puede decir que el Caribe saca el pecho.
