El torneo de tenis se distingue de otros, por costumbres centenarias.
En una de las pistas del All England Lawn Tennis and Croquet Club, al suroeste de Londres, Inglaterra, del 1 al 15 de julio, sobre una verde y densa hierba, la conocida pelotita amarilla irá de un lado a otro, golpeada por raquetas, a su vez, maniobradas por jugadores vestidos completamente de blanco impoluto, en una gala de elegancia y pulcritud del Abierto de Wimbledon, quizá una de las mayores representaciones de la cultura británica.
Wimbledon es una obra surgida en 1877, con tradiciones combinadas con el deporte, a la que, además de la etiqueta, le añade respeto y finura y la que invita a las retinas a degustarlo con un platillo de fresas con nata acompañada de una una cerveza Stella Artois, un refresco Robinson o de una copa de champagne Lanson. Un acto de solemnidad al que se rinden los amantes del tenis, cada 365 días.
¿Por qué de blanco?
En los británicos, la elegancia y la personalidad están muy arraigadas. Los patrones de conducta son serios y ese aspecto fue adoptado con un irreprochable dress code; es decir, el atleta que vista de un color distinto al blanco (no se aceptan blanco hueso, marfil o crema), no podrá participar. La medida surgió en el siglo XX, junto el deporte de la raqueta y conforme el tiempo se hizo más estricta.
Etiqueta
Todos deben vestir con elegancia, como si de asistir a una magna ceremonia se tratara, y eso incluye a los jueces, quienes utilizan un blazer azul marino y pantalón largo o falda color crema, y los recogepelotas, camisas y pantalones o faldas azul marino. Ralph Lauren confecciona las indumentarias.
Royal Box
La Familia Real Británica, fuerzas armadas, diplomáticos, artistas, actrices, políticos, deportistas y otras celebridades cuentan con un espacio exclusivo y garantizado. Eso sí, para ingresar se deben cumplir protocolos. Se trata del Palco Royal Box, situado en la pista central, que tiene 74 asientos. Entre las reglas destaca vestir elegante. Para los hombres, indispensable la corbata, y para las mujeres, los vestidos por debajo de las rodillas.
Gastronomía
La tradición demanda que quien asista a Wimbledon, debe degustar el suculento platillo de fresas, cultivadas en Mereworth, Kent, con nata, una joya hecha para el paladar que cuesta unos 3 euros (Q26). Según los organizadores, cada año se consumen no menos de 28 toneladas de fresas (aproximadamente1.4 millones).
Middle Sunday
En solamente 4 años (1991, 1991, 2004 y 2016), por las condiciones climáticas que obligaron a aplazar partidos, no se ha respetado esta tradición que se distingue porque el primer domingo del torneo no hay actividad y se aprovecha para que los atletas descansen, y la manutención de las canchas.
The Queue (La fila)
En un país como Inglaterra, hacer colas para comprar boletos parece impensado, pero Wimbledon también se caracteriza porque cada día pone a disposición 500 boletos a precio costo y, para adquirirlos, se forman grandes filas humanas. Los aficionados acampan, juegan y leen mientras hacen la cola, en la que prevalece el orden, y cuando son las 22:00, el silencio humano impera y da paso al sonido de los grillos.