Ocurrió en la agonía del partido, minuto 86, cuando Sanarate perdía tiempo a diestra y siniestra y el empate era su mejor negocio. Marvin Ceballos dominó el balón dentro del área, después de un pase de Christopher Ramírez, y con un bombazo cruzó a Víctor Bolívar. Lo gritó a todo pulmón, desahogándose al igual que su equipo, Guastatoya, que volvió a triunfar (1-0).
Se avecinaba otro traspié para el campeón: no ganar en casa contra un rival que lucha por no descender y que en el campo intentó desordenar y que casi le resulta, pero el alegrón pasó a la preocupación en el minuto 78, por la expulsión de William Zapata, y al final se convirtió en una pesadilla con la desconcentración, que significó el tanto de Ceballos.
Amarini Villatoro, caminando en su área, cabizbajo, una escena que se repitió durante casi todo el partido porque su equipo no hallaba la fórmula para generar un juego profundo y vertical, en el arco de Bolívar. Las aproximaciones que más emociones desataron se vivieron en el segundo tiempo, con un mano a mano que el guardameta tico le ganó a Luis Martínez.
Tampoco es que la máquina celeste haya propuesto un partido demasiado ofensivo, y para muestra es que José Calderón fue un espectador más, salvo en un tiro libre en la primera parte en el que el balón, debido a las ráfagas de viento, tomó un efecto extraño y lo obligó a hacer una maniobra para detenerlo en el primer poste. Pudo más la insistencia pechoamarilla por encontrarse en su campo y sacarle partido a un duelo parco e insípido, que la resistencia y el juego conservador de los celestes, hasta que apareció la jugada que cambió la historia del partido, capitalizada por Ceballos y que valió por una bocanada de oxígeno en la parte baja de la tabla, en la que marcha en el décimo lugar.