Once hombres con una rodilla asentada, no en un campo de futbol americano, ni en Estados Unidos, sino en un recinto de balompié y en Alemania es muestra que las protestas contra el presidente Donald Trump han llegado al futbol internacional.
El mandatario se rasga las vestiduras con el patriotismo y minimiza la desigualdad, sin considerar el poder y alcance que tiene como herramienta útil en la erradicación del racismo que tanto daño le hace al planeta.
El racismo está arraigado en la sociedad, y mientras no se implementen métodos para contrarrestarlo, se seguirán viendo casos de intolerancia, lo cual se traduce en violencia contra los semejantes y hasta contra sus compatriotas.
Fiel a su estilo, Trump no se guarda nada, saca ventaja de cada situación y, en vez de ser mediador, agita el vaso para desatar una tormenta, como lo hizo con el tema de migración cuando llamó “ladrones” a los mexicanos.
Pareciera que el ego y la obsesión de Trump han causado división; sin embargo, aquí es en donde sobresale el deporte. Bien hace la NFL en respaldar a sus jugadores de color; también es aplaudible el apoyo de atletas de la NBA.
El sábado fue el Hertha Berlin, de la Bundesliga de Alemania, que se solidarizó y protestó contra la discriminación racial, porque aunque el escenario sea distinto, el mensaje es claro: no a la discriminación e intolerancia.