Vega a los 8 años flexibilizaba su cuerpo y hacía piruetas estéticas. Era un modo de reseteo para su memoria, que compilaba episodios tristes de su vida: como quedar sin padre. Ese golpe de la vida ajustó su porvenir, sirvió de impulso, y la palabra detenerse nunca se asomó, pese a sufrir tempestades muy recias.
La estatura no aumentó, se quedó en 1.49 centímetros, sí su desarrollo como atleta hasta llegar al alto rendimiento. Tampoco lo mermó la muerte de su hermano José Gabriel, en 2009, pues se tradujo en inspiración. El chico oriundo de Jocotenango que en 2003 soñaba con dejar huella, es hoy el gran referente de la gimnasia guatemalteca.
Ahora tiene 22 años y en 12 meses ha firmado 4 hazañas de talla mundial. Si en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 dio muestras de su calidad, en la Copa del Mundo de Hungría, en octubre de 2016, la ratificó cuando conquistó sus primeras 2 preseas en certámenes de esa magnitud: oro en piso y bronce en salto al potro.
Son las especialidades del también amante del break dance, quien, por si fuera poco, este año volvió a acreditarse 2 metales: plata en salto al potro, en Hungría, y la dorada en piso, en Francia. Son ya 5 preseas que soportan el palmarés de un joven cuyo talento augura que no se quedará solo con esa cifra.
Ayer por la noche aterrizó en la tierra que lo vio nacer, a sabiendas de que lo espera otro reto en Canadá, donde disputará el Mundial, del 26 de este mes al 10 de octubre. Vega se ha encargado de escribir capítulos inéditos en la gimnasia guatemalteca. Es el presente de la disciplina. No hay nadie más que lo iguale.