Ana Lucía Martínez mira, piensa y sonríe. Sentada en una silla secretarial, se menea de un lado a otro. Inquieta, como cuando está en una cancha. Al lado tiene a Pedro Luis Peña, con quien planea armar una de las jugadas más memorables: es su prometido. El cabello suelto, la blusa de cuadros y la pantaloneta de lona azul revelan la comodidad con la que disfruta de su andar en el país que la vio nacer.
Su vida corre a la misma velocidad que cuando ella lo hace para incrustar un esférico en la portería. Hace dos años se convirtió en la primera guatemalteca en jugar futbol profesional en el extranjero y ha logrado catapultarse a la Superliga de España. Después de su paso exitoso con el Dinamo de Guadalajara y el Rayo Vallecano, la siguiente temporada jugará con el Sporting de Huelva.
“Mi primer partido en la Liga profesional, frente a Canillas, me hizo ver que estaba en buen nivel. Supe que podía llegar a la máxima categoría”, manifestó. “Ganarme el respeto de mis compañeras, de que me valoraran dentro del campo, ha sido lo más difícil. Eso influye para que las 11 piezas elegidas por los entrenadores estén en sintonía”, agregó Martínez.
Ese encuentro, su debut en tierras ibéricas, en noviembre de 2014, marcó el inicio de un cúmulo de experiencias para Analú, quien está a 41 días de estrenarse con el equipo sportinguista, en el cual ofrece agregarle más capítulos a su carrera y apuntarse con más objetivos. Está mentalizada en que para continuar trascendiendo necesita resplandecer en cada escenario que pisa, y más ahora que dejará Madrid para trasladarse a Huelva, unos 600 kilómetros al sur.
Aunque su habilidad para dese-
quilibrar en el campo y sus gambetas le valieron para el mote de la Messi guatemalteca, se considera la versión femenil de Carlos Figueroa cuando jugaba de extremo izquierdo y galopaba para luego hacer diagonales hacia adentro. “Es más o menos mi estilo de juego, aunque más que todo por la posición”, dijo mientras observaba a su futuro esposo, y recordaron un doblete que le concedió.
“Un día antes del partido le pedí que anotará 2 goles y me los dedicara, lo cual consiguió, y le ganaron 3-1 al Collerense”, expresó aún emocionado Peña, un músico de 29 años que a temprana edad tuvo que elegir entre el futbol y los estudios, y quien ahora disfruta por tener a la máxima embajadora del futbol chapín a su lado.
Recompensa
Y es que la distancia con su gente no ha sido situación fácil de asimilar para Martínez, pero los partidos de titular y las anotaciones son la recompensa. En los tiempos libres quedarse en su apartamento viendo televisión aplaca la melancolía. “Es parte del sacrificio para alcanzar mis metas”. “No soy una persona que sale de casa, pues prefiero quedarme descansando y disfrutando una película”, comentó.
A pesar de que está donde siempre soñó, Martínez se ha dado cuenta de que puede llegar más lejos: militar con los más grandes de esa nación o jugar en otras latitudes. “El día que me conforme, debería de dejar el futbol”, resaltó.
La futbolista quiere seguir conquistando el territorio español. En agosto vuelve para continuar con la misión y preparase para el arranque de la temporada, frente al Real Betis. Por ahora se divierte atrapando pokemones, un juego virtual que cada día gana más adeptos, y para Ana Lucía Martínez una de sus paradas fue el tercer nivel del edificio de la Tipografía Nacional.
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