Cual artista, Ronaldo de Assis Ronaldinho dibujó ayer sobre el césped del Estadio Cementos Progreso un futbol estético y espléndido que hizo vibrar a la afición guatemalteca en el Clásico de la Alegría, encuentro en el que durante el primer tiempo vistió la camisola roja de Municipal y en el segundo la blanca de Comunicaciones.
En un partido especial para el público, como para los jugadores rojos y albos que compartieron cancha con el campeón del mundo en 2002, el brasileño exhibió su talento, que incluyó un sombrerito a Jean Jonathan Márquez, un túnel a Marco Rivas y una diversidad de pases sin ver, acciones que ameritaron las ovaciones de la fanaticada.
Con la sonrisa habitual y la magia que lo caracteriza como uno de los máximos referentes del balompié mundial, el exjugador del Barcelona, de España; PSG, de Francia; Milán, de Italia, y Querétaro, de México, entre otros, saltó al terreno de las acciones con una cinta roja en la cabeza, el uniforme escarlata y tenis turquesa combinado con verde fluorescente.
Sus primeros destellos fueron pases filtrados. Sin embargo, el vitoreo de la concurrencia se encendió más cuando, al minuto 10, Ronaldinho le hizo un servicio entre líneas al petenero Danilo Guerra, quien con un disparo apurado y raso venció al arquero uruguayo de Comunicaciones, Javier Irazún, para colocar el 1-0.
Pero Dinho tenía mejores encantos que desplegar, y uno de ellos fue un globito sobre el contención albo Márquez, quien en su intento por robarle el esférico fue burlado y solo vio cómo este le pasó por encima y continúo simpatizando con el brasileño. Antes de irse al descanso, los cremas le dieron vuelta al marcador por medio de Bryan Ordóñez y Márquez.
Para la segunda parte, la estrella se colocó la casaca blanca, y con la misma empatía y pericia volvió a hacer de las suyas, esta vez con un túnel. Ronaldinho forcejeó por la pelota con Rivas, se la ganó y cuando el jugador rojo se disponía a peleársela de nuevo, con un toque con la suela del zapato se la pasó por en medio de las piernas. Fue una jugada memorable que incitó al público a vociferar “!Dinho!, ¡Dinho!, ¡Dinho!”.
Y como dice una de las frases más conocidas en el medio futbolístico: “Un clásico jamás es amistoso”, el conjunto edil buscó empatar las acciones y lo consiguió gracias al charrúa Gastón Puerari, quien registró el tanto de la igualdad a 2, marcador con el que terminó un partido de colección, una de las presentaciones de gala, en la que las 2 aficiones más populares del país volvieron a estar presentes en un mismo escenario.
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