La energía no puede crearse ni destruirse, sólo se puede cambiar de una forma a otra.
Amigos… es mentira… no hay amigos, / la verdadera amistad es ilusión, / ella cambia, se aleja y desaparece, / con los giros que da la situación”. La primera vez que escuché los versos de este poema, que luego tenía que buscar para leer completo, sentí la impresión de las sentencias tan fuertes con que marca su inicio.
Éramos varios en la conversación en la que el poema de Ramón Ortega fue declamado, y la impresión mía fue compartida por varios; se veía en su rostro una especie de decepción, de desilusión, casi enojo, de que alguien se atreviera a decir “no existen los amigos”. Por mi parte, no era la primera vez que alguien me decía la frase, y tampoco puedo decir que fue la última, a veces yo misma me la he tenido que recordar.
La impresión de ese día no era sorpresa, podría describirla como una cierta nostalgia de saberla cierta pero sin querer creerla, como dicen las letras de Ortega, “el cristal de la experiencia” me lo ha probado así. Sí me sorprende, debo decir, que algunos con más veteranía no parecieran escépticos a la amistad, como si la propia experiencia y el camino recorrido les hubiera enseñado ya a entenderla, a vivirla, y a disfrutarla.
Con todo y lo complicado de las relaciones interpersonales, sí creo en la amistad, quiero creer que existe más allá de la forma, y pienso en las más básicas leyes de la física: la ley de conservación de la energía. Esta ley afirma que “no puede crearse ni destruirse, solo se puede cambiar de una forma a otra”. Básicamente, está en constante transformación y me parece que es en este sentido que los aprendizajes forman parte de esta dinámica de modificación de la energía.
Al final cada quien entiende las situaciones y sus complejidades como mejor puede, a mí una extraña combinación de lírica y física me sirve muy bien. Los razonamientos explicativos de la teoría y el valor expresivo del lenguaje siempre han sido un sistema interesante de premisas y contradicciones.
La ciencia es exacta, pero en la vida… “Nada hermano es perfecto, nada afable, / todo está con lo impuro entremezclado, / el mismo corazón con ser tan noble, / cuántas veces se encuentra enmascarado”. Como en la ley de la física, si en el corazón la energía no es siempre estable, la transformación y la evolución vienen por derivación. Y termino prestándole más palabras a Ortega: “Que existe la virtud… yo no lo niego”.
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