martes , 26 noviembre 2024
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Una apuesta peligrosa

Innovar es un acto positivo en todo ejercicio de comunicación, mas no implica hacerlo a cualquier precio, por ejemplo poner en riesgo la credibilidad, uno de los pilares del desempeño periodístico.

El 5 de este mes, el diario The New York Times sorprendió cuando en sus espacios de opinión publicó el artículo titulado “Soy parte de la resistencia dentro de la administración Trump.

No habría nada de novedoso en la aparición del escrito si se hubiera enmarcado en los patrones establecidos para la materia, pero el planteamiento fue refrendado por una pluma anónima”, detalle inusual en un segmento cuya característica es identificar cada autoría.

Las líneas, acreditadas a un supuesto alto funcionario del gobierno del polémico mandatario estadounidense, exponen variedad de argumentos contra Donald Trump, y el periódico justificó que los sacaba  a luz para ofrecer una perspectiva importante a sus lectores.

Como cualquier hecho que cae en medio de un terreno en disputa, el texto es aplaudido por quienes rechazan al gobernante, y rebatido por quienes lo apoyan. Unos lo consideran “valioso y oportuno” o “contribución increíble”, y otros, “irresponsable “ o ven “dudas éticas y legales”.

Una voz equilibrada es la de Kathleen Bartzen Culver, directora del Centro para la Ética Periodística de la Universidad de Wisconsin, quien apunta que la publicación crea una dinámica muy extraña entre las páginas de opinión y de noticias, que son entidades separadas.

Precisamente, la teoría periodística norma cuatro formas para manejar la relación con las fuentes y el contenido que brindan, y de estas, dos aluden cuándo y cómo divulgar un anónimo, ambas en el contexto de un proceso informativo.

Respecto de la opinión las reglas indican que solo el editorial no se firma, ya que por él responde el medio, mientras que en las columnas y los artículos la responsabilidad es individual. Para quienes no están familiarizados con el periodismo subrayo que existen protocolos que fijan distancias y diferencias entre la información y la opinión.

Así, considero que The New York Times ha sentado un precedente nefasto y ha abusado de la libertad de expresión.  No voy a perder el tiempo en pensar quién puede ser el autor, pues quien sea no merece ningún crédito al ser alguien que desde el anonimato censura algo de lo que es parte.

También creo que el Times dejó de lado la visión de Adolph Ochs, su fundador para quien la sección de opinión conlleva “invitar a una discusión inteligente de todos los matices”. En ese sentido, le habría convenido llevar la denuncia al área de noticias con el respaldo de un esfuerzo reporteril.

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