No es nada más de generar crisis, crear un clima de irrespeto y violencia.
Eso debe quedar claro. Repetirlo cuantas veces sea posible, para poderlo asimilar como parte de nuestro comportamiento social y mediar las actitudes que van en caminos distintos. Superar y multiplicar aquellas que llevan contenido positivo y descartar las negativas, que lo único que hacen es dañar la estabilidad de una República en democracia. Si ustedes recuerdan la primera semana de este mes (martes 5 de septiembre), escribí en plural. “Estado somos todos” y para llegar a ese sustento teórico hubo necesidad de apoyarme en grandes pensadores como Cicerón, San Agustín, Hegel y Marx.
En esta segunda parte de lo que yo pienso que es el Estado, lo hago de manera individual sustentado en el marco teórico de lo que dice Karl Marx. Él partía de que el Estado es el interés parcial y no el bien común, a menos que sea una cuestión de razón, sino de la fuerza.
En un análisis comparativo con lo que actualmente sucede en el país. Si esto lo llevamos a la aplicación de nuevas herramientas que nos da la comunicación moderna, la era digital, vemos en redes sociales, una saturación que lleva como objetivo primordial, la manipulación con interés parcial, pretendiendo manejar a la población escasa de conocimiento y habilidades políticas y de elementos informativos, con poca apertura sobre la realidad que atraviesa el país. Eso facilita ser presa de la desinformación que personas y/o grupos envían para desestabilizar. También pone en duda a aquellos que se informan y tratan la manera de ubicarse, pero con ese tipo de intensiones los confunden y resultan apoyando una misión que tal vez no es la correcta. Nuestra democracia es sostenida por una base legal de principios jurídicos, que a la larga se convierten en normas que debemos respetar, nos guste o no cierto procedimiento o actuar de una o varias personas. No es nada más de generar crisis, crear un clima de irrespeto y violencia. Si en la Constitución Política de la República de Guatemala (Artículo 3º.) habla claramente que el Estado garantiza y protege la vida, la integridad y la seguridad de la persona. Si el Estado soy YO, tengo parte de responsabilidad en esa obligación legal. No debemos permitir que nos manipulen para pensar que esa es única y exclusiva responsabilidad de los Organismos Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Lo mismo sucede con el derecho de reunión y manifestación (Artículo 33). Allí la Constitución, menciona un mandato bien claro. Todos podemos reunirnos “pacíficamente” y “sin armas”. Eso quiere decir, que todos aquellos movimientos sociales de protesta política y social, son permitidos, siempre y cuando no sean violentos o ilícitos. Antes hay otro precepto constitucional, que también tiene mucho que ver con las acciones actuales de los grupos que salen a las calles. Es la libertad de locomoción (Artículo 26). De la misma manera que nos da el derecho de reunirnos o manifestar, nos ordena no perjudicar a terceros con nuestras medidas de hecho, porque entonces se viola la libertad de locomoción que nos permite entrar, permanecer, transitar y salir del territorio nacional. De tal forma, que si el Estado soy YO, puedo hacer uso de mis derechos constitucionales, pero al mismo tiempo, respetar el de los demás. Es decir, que todo se puede hacer, siempre y cuando la Ley no lo prohíba, que no se piense de manera violenta pretendiendo romper una institucionalidad que lleva 32 años caminando, tropezando, pero avanzando cada cuatro años con elecciones libres y democráticas.