viernes , 22 noviembre 2024
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El efecto electoral mexicano

El pasado 1 de julio, los mexicanos decidieron darle un nuevo rumbo a su país, eligiendo a Andrés Manuel López Obrador como su Presidente. Pese a los vaticinios de fraude que algunos denunciaban, esta vez (la tercera, por cierto) AMLO se hizo con el poder y asumirá la responsabilidad de dirigir los destinos de uno de los países más poblados de América Latina.

Esta elección de verdad es histórica para los mexicanos, ya que marca un viraje hacia la izquierda en la conducción del Gobierno, lo cual abre rutas de esperanza para que, según las palabras del Presidente electo, se aborden los problemas estructurales que han afectado a la mayoría pobre de aquel país. No sé si de verdad el nuevo gobierno aplicará la concepción de izquierda en la conducción de la cosa pública, porque, como dice el refrán popular, no es lo mismo verla venir que platicar con ella. Pero si esta ideología se aplica, en México cambiarían muchas cosas, marcadas por un creciente neoliberalismo que hace más pobres a los pobres y más ricos a los ricos.

De cualquier manera, estas elecciones abren un parteaguas en la historia de México en materia de cultura ciudadana. Las dos fuerzas políticas –el PRI y el PAN- que han hecho gobierno quedaron muy rezagadas en el espectro electoral. Serán el nuevo Presidente y su equipo de trabajo los responsables de ejecutar en el vecino país un pliego de reformas que resuelvan las dolorosas asimetrías entre quienes tienen mucho y quienes nada tienen, resultado de imponer el modelo del feroz y deshumanizante neoliberalismo, avalado por la rancia oligarquía.

En Guatemala, el giro electoral mexicano ha provocado ya las primeras reacciones. Algunos grupos rosa lila, como los llaman Mario Roberto Morales y Matheus Kar, están haciendo cuentas de gran capitán, creyendo que, por ósmosis, aquellos cambios les allanarán el camino a triunfos electorales. Nada más alejado de la verdad, pues cada pueblo vive su propia dinámica, si no ya estaríamos gobernados por la izquierda combatiente, tal como sucedió en El Salvador.

En el amplio espectro del desarrollo político y social, aquellas elecciones sí podrían producir algunos cambios en organizaciones de base, digamos, por caso, sindicatos (hoy de capa caída) y organizaciones campesinas. Con la victoria de AMLO se fortalece el Comité de Desarrollo Campesino -CODECA-, no para ganar, pero sí para posicionarse, ha indicado Matheus Kar en una breve charla. Por cierto, en un reciente conversatorio se abordó la participación de CODECA como una alternativa política y cultural al
capitalismo.

Los contactos y alianzas estratégicas que los líderes de esta organización, creada en 1992, puedan establecer con la dirigencia social del nuevo gobierno mexicano sí podrían incidir en un viraje de la política guatemalteca hacia el fortalecimiento de un movimiento de masas que, sin la contaminación dionisíaca ni cacifera, encuentre su propio derrotero como motor del cambio social.

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