La concepción de usura, arbitrariedad y abuso se ha puesto en total evidencia.
El artículo 261 del Código Penal, nos tipifica el delito de extorsión como: “quien, para procurar un lucro injusto, para defraudarlo o exigirle cantidad de dinero a alguna persona con violencia o bajo amenaza directa o encubierta, o por tercera persona y mediante cualquier medio de comunicación, obligue a otro a entregar dinero o bienes; igualmente cuando con violencia lo obligare a firmar, suscribir, otorgar, destruir o entregar algún documento, a contraer una obligación o a condonarla o a renunciar a algún derecho”.
Nociones que deseo resaltar: procurar un lucro injusto… bajo amenaza directa o encubierta… obligue a otro a entregar dinero o bienes… cuando obligare a firmar, suscribir… a contraer una obligación o a renunciar a algún derecho.
El “neo” aplicado al título de esta columna debe interpretarse como lo dicta el Diccionario de la Lengua Española, es decir, como algo nuevo o reciente. Entonces puede entenderse cómo los “nuevos o recientes extorsionistas” y con ello, me refiero al anuncio de los flamantes “emisores de tarjetas de crédito”. Quienes aduciendo que por la nueva legislación, que en esencia les impide cobrar intereses desmedidos, le señalaron a unos “25 mil comercios que dejarán de beneficiarse del sistema de pago a plazos conocido como Visa en Cuotas, según las estimaciones preliminares de los emisores”, a partir del jueves de esta semana.
“Es insostenible la administración de tales beneficios y ello es derivado de la nueva legislación…” palabras más, palabras menos. O sea que la tecnología actual no les permite dar seguimiento adecuado a sus clientes, y por ello, al verse impedidos de cobrar intereses exorbitantes, suspenderán dicho pago en cuotas a precio de contado de bienes o servicios que deseen los tarjetahabientes. Los “Picapiedra” eran más eficientes que esos flamantes “emisores de tarjetas de crédito”.
Esa mentalidad es como la de algunos empleados de la SAT, que aún y con toda la tecnología a su disposición, manejan los asuntos de los contribuyentes a su entera discreción. Utilizan la computadora como máquina de escribir y no piensan en el contribuyente (o tarjetahabiente) como el que, literalmente, “les da de comer”. Y por ello lo castigan en forma despótica e inmisericorde. El anuncio dado a conocer la semana pasada por esos nuevos extorsionistas únicamente confirma la concepción de usura, arbitrariedad y abuso de los tales “emisores”. Desnuda de alguna manera el carácter anacrónico de los que dominan y predominan en los sistemas bancarios y financieros del país en su papel de “emisores”. Vaya competitividad demostrada de los poseedores del capital y gestores de la iniciativa “privada”. ¿Qué otra carta tendrán bajo la manga los neo extorsionistas del dinero plástico?
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