El tiempo es para una sociedad transformadora, que consolida las relaciones democráticas.
La Guatemala de los enmudecidos, la de los sumisos, los indiferentes e indolentes ya no existe. El principal aporte de la tecnología de las comunicaciones ha sido precisamente el de favorecer relaciones comunicacionales que posibilitan el intercambio de información, opiniones, traslado de hechos, y hasta la calificación de acontecimientos como tales sin la intervención de los “expertos”. Hoy, prácticamente toda persona que lo desee, con su teléfono inteligente puede ser un reportero. Una persona que está en la noticia, en el centro de la misma. Y la comparte con inusitada inmediatez.
La transición de gobierno se producirá el jueves. Esa tarde se darán a conocer los nombres de los futuros funcionarios, si lo anunciado no se cambia. Entonces, el viernes se dará a conocer el resultado de las primeras pesquisas sociales a tales nombramientos. Se nos impulsará a creer que lo deseable es un conjunto de impolutos expertos. Vaya antípoda o absurda exigencia. ¿Cuántos de los eternos cuestionadores de la gestión pública podrían asumir un cargo dentro de las esferas del Estado, trabajar y concluir sin señalamientos?
El decreto que contiene el Presupuesto de Ingresos y Egresos para el actual ejercicio fiscal ya está en total vigencia. ¿Cuántos de los artífices y verdaderos promotores de tales disposiciones presupuestarias aprobadas en el Congreso estarán conscientes de las implicaciones operativas de esas regulaciones? El tiempo de espera se agotó. El tiempo de los somníferos y distractores colectivos se terminó.
Nuestro aquí y ahora se plantea para lo que se hará, cómo se hará, por qué se hará y con qué se hará la reforma, la reestructura del Estado. Ignoro si los actores políticos se habrán dado cuenta de cuánto ha cambiado el guatemalteco. Ya no es un simple habitante en la nación. En el guatemalteco despertó la necesidad de ejercer una intervención ciudadana. Una intervención de cambio. Transformación y consolidación democrática.
Los tiempos de las pesquisas penales y de investigación criminal se mueven en su singular codependencia. La acción política ya no es la que subordina todo o casi todo. También esta queda bajo el halo de la intervención ciudadana. Del escrutinio. De la observancia ciudadana. El tiempo para los trinquetes, las triquiñuelas, por fortuna se agotó. Los arreglos bajo la mesa quizás continúen por algún lapso, pero en tanto se perciba que tales se evidencian, la denuncia no se hará esperar.
La voluntad ciudadana quizás pueda hacerse de un encauzamiento racional, quizás haya capacidad para reconocer y admitir un sentido de dirección con un liderazgo a cargo. La Plataforma para la Reforma del Estado, con la Universidad de San Carlos a la cabeza, habrá de tener un nuevo rol protagónico en las jornadas venideras. Si de pronto nos despojamos de la arrogancia descalificadora de unos contra otros o la de todos contra todos, quizás podamos impulsar cambios de positiva transformación a la brevedad. El tiempo del descrédito también caducó (eso espero). Ojalá entre todos entendamos con precisión en qué tipo de tiempo estamos, para que este no sea tiempo perdido.
Deja un comentario