sábado , 23 noviembre 2024

Dramática expresión de las paupérrimas condiciones en las que la mayoría de ciudadanos de América Central vive.

Tantos rumores que se manejan en torno a la migración de centenares de hondureños que pasan por las fronteras de nuestro territorio nacional, rumbo a Estados Unidos de América. Claro, orquestados por mentes maquiavélicas que para variar utilizan a los más ingenuos para concretar sus aviesos y desestabilizadores planes. Para nadie es un secreto los conflictos políticos, económicos y sociales que atraviesan Honduras, Nicaragua y El Salvador, derivado de malas administraciones gubernamentales que por la obsesión de perpetuarse en el poder han generado ingobernabilidad, desesperación y zozobra en las poblaciones hermanas.

Los masivos desplazamientos de los catrachos son un vivo ejemplo de ello. Pues obedecen a un sinnúmero de factores como la pobreza, el desempleo, la falta de oportunidades, la violencia y la inestabilidad social que se vive en esa nación. Lo cierto del caso es que a su paso la caravana de migrantes ha dejado en el abandono y a su suerte a cerca de 26 niños no acompañados. No se vale aprovecharse de inocentes que ignoran los hechos. Es lamentable y detestable que utilicen a los infantes para conseguir sus propósitos, pues los exponen a muchos peligros en la travesía, sin importarles las condiciones que puedan pasar; ya que podrían ser víctimas de trata de personas, secuestro, violaciones, explotación infantil, etcétera.

La situación de la emigración de ciudadanos de Honduras se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza, no solo para los países centroamericanos sino para los gobiernos de México y, por supuesto, el norteamericano, que es el objetivo final de las personas que tomaron la decisión de abandonar su patria por no encontrar en ella un futuro. Es alarmante y preocupante que la desesperación que afrontan los hondureños por su situación actual se convierta en su principal enemigo que los obligue a exponerse a diferentes riesgos que podría costarles la vida. En reiteradas ocasiones, la administración del presidente Donald Trump ha manifestado que no dejará entrar a gente que carece de la respectiva documentación migratoria. Incluso ha amenazado con retirar la ayuda económica a Guatemala, El Salvador y Honduras, de no contener los movimientos de los migrantes.

Sin embargo, ese no ha sido motivo para contrarrestar o disminuir la intención de los viajeros de continuar su periplo hacia Norteamérica, cueste lo que cueste. En tal sentido, lo único que refleja es la dramática expresión de las paupérrimas condiciones en las que la mayoría de ciudadanos de América Central vive. Es urgente que los países del istmo elaboren un plan visionario para alcanzar el verdadero desarrollo de las comunidades, forjando serios cambios estructurales que permitan mejorar notablemente las circunstancias de vida de las grandes mayorías. De lo contrario las migraciones no se detendrán, pues las necesidades de los habitantes y sus familias cada vez aumentan más, orillándolos a tomar la inevitable decisión del forzado éxodo. Ya es tiempo de ir más allá de la simple retórica.

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