En este marasmo político en el que actualmente nos encontramos como sociedad, los magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), deberían dar el ejemplo de unidad, convergencia y armonía, en relación con la elección del titular de ese organismo del Estado, para el período 2017-2018. No diluirse en divisionismos y desgastes innecesarios que desvirtúan el verdadero trabajo del sistema de justicia. ¿Será que los togados de la CSJ se liberarán del maleficio que les ha perseguido desde administraciones pasadas y tendrán un tanto de lucidez y compromiso con la sociedad? En ese sentido, solo en la gestión anterior pasaron más de 30 rondas para ponerse de acuerdo y elegir al presidente del Organismo Judicial, demostrando rebeldía e irrespeto a los principios de ley.
No hay que olvidar que, el 30 de enero de este año, la Corte de Constitucionalidad (CC) invalidó la elección del máximo representante de la Suprema Corte, sobre la base de la irregularidad en la integración del pleno de magistrados, la cual consistió en que la CSJ debió integrarse con 13 togados titulares para elegir presidente y esta lo hizo con 12 y un suplente. Lo cierto del caso es que la falta de consensos de los principales operadores de la justicia para nombrar a la próxima presidencia de ese organismo, es un toma y daca, en el cual se perciben inclinaciones por parte de algunos magistrados por retrasar el proceso de elección a su conveniencia. Razón por la cual, es necesario que la ciudadanía también este vigilante de esa deliberación, para que la nueva persona que ocupe la primera magistratura de la Corte Suprema de Justicia no esté ligada, ni obedezca a intereses de grupos que buscan ampararse bajo el hábito de la corrupción y la impunidad.
Por el bien de nuestra nación y, porque la población necesita con urgencia creer en un sistema de justicia, que no sea corrupto, ni corruptor alejado de cualquier componenda política, y que no se preste a propósitos aviesos que siempre terminan por doblegar y someter a cualquier organismo, los togados aprovechen la oportunidad de marcar la diferencia y evidenciar la transparencia de su actuar. Toda vez, que algunos jueces y magistrados han desviado su camino de la honradez y la honestidad para buscar beneficios particulares, que no solo dañan la imagen de la entidad que representan, sino golpea la confianza en la justicia de sus habitantes.
Debemos velar porque la CSJ coadyuve en la lucha contra la corrupción y la impunidad, así como permanecer alertas para que personas vinculadas a estructuras corruptas no controlen a la institución encargada de impartir justicia. Es imperativo el fortalecimiento del sistema judicial y, sobre todo, la consolidación de la certeza jurídica. Como ciudadanos comprometidos con el país y en el ejercicio de nuestros derechos, debemos continuar alzando la voz y exigiendo que se produzcan las ansiadas reformas al sector justicia, sin manipulaciones ni falsedades sectoriales o de agrupación alguna.