Sebastián Toledo
El pasado 15 de agosto, la Asociación Nacional de Ciegos de Guatemala (ANCG) arribó a 55 años de trabajo en pro de los derechos sociales, culturales, políticos y civiles de las personas ciegas y de baja visión.
Una organización constituida en 1966, con la misión de velar por el respeto de los distintos espacios de participación de una población que representa el 2.5 poir ciento de la sociedad guatemalteca. De acuerdo con organismos mundiales, el 0.5 por ciento de los habitantes de un país en vías de desarrollo son personas ciegas, y el 2 por ciento presenta problemas de baja visión.
Un grupo idealista de hombres y mujeres con discapacidad visual se reunió para impulsar un movimiento que representase sus necesidades e intereses. Una organización que ha impulsado servicios, programas y proyectos de distinta índole que impactan positivamente en la vida personal y familiar de sus afiliados y aún de quienes no son asociados.
Desde sus inicios, conformó una cooperativa de ahorro y crédito que ha financiado proyectos de vivienda y emprendimientos, permitiendo la generación de ingresos económicos para muchas familias. Sobre todo, porque la posibilidad de contar con un empleo con relación de dependencia, es una oportunidad muy limitada para las personas con discapacidad en el país, por lo que este movimiento cooperativo ha significado una buena opción.
Es el referente del sector ante la Unión Mundial de Ciegos, la Unión Latinoamericana de Ciegos y la Red Latinoamericana de Organizaciones de Personas con Discapacidad y sus familias.
Constituyó un programa de auxilio póstumo que, además de fomentar la solidaridad entre los asociados, representa un apoyo para la familia de los afiliados en momentos críticos. Además de instituir una escuela de educación primaria para ciegos adultos, ha establecido filiales en Alta Verapaz; Palín, Escuintla; San Pedro Yepocapa, Chimaltenango, y en Totonicapán.
También ha jugado un papel preponderante en la promoción de los derechos electorales de las personas ciegas, su inclusión laboral y el fortalecimiento de la institucionalidad de la discapacidad en el país.
Es el referente del sector ante la Unión Mundial de Ciegos, la Unión Latinoamericana de Ciegos y la Red Latinoamericana de Organizaciones de Personas con Discapacidad y sus familias. Por lo que estos 55 años se pueden considerar como una época de productiva labor, que plasman de buena manera los ideales de sus fundadores y que, en lo sucesivo, se irá tras otros logros.