El ”Caso María Chula“ nos evidenció nuevamente que el tema étnico, nos separa nuevamente como sociedad.
Durante la ola de comentarios que desató este caso, también salieron de sus cuevas los “dementores” quienes son aquellos que se creen y se autodenominan guardianes de la moral, dueños de la razón, cosa que está bien, pero su forma “ autoritaria” de hacerlo, de imponer un pensamiento único asusta.
Según la descripción de Harry Potter Wiki, el dementor tiene una sensibilidad a un grado desconocido, o sea, puede ser impredecible, entre sus distinciones, esta que altera la atmósfera negativamente, y son espectros que se alimentan de la felicidad, dejando solo desolación a su paso.
Tal vez, estoy siendo sarcástica, pero los dementores chapines tienen algo peculiar, es que se enojan y no soportan que otros tengan la última palabra, a pesar de que este episodio de “María Chula”, a mi criterio, los dos puntos de vista eran discutibles y argumentados.
Esta falla que afectó la libertad de expresión, en la que se pretendía dar un precedente, lo cual lo tenemos claro, pero entonces hubieran puesto a las otras empresas que utilizan “peyorativos” en el banquillo de la vergüenza. (Analizando bien, se afectó el derecho de equidad y el principio de inocencia de la empresaria María), María y Chula sí son peyorativos, pero también son chapinismos y María un nombre bíblico.
Me acordé cuando mi abuela en su educación conservadora y discriminatoria de la Guatemala de antes, que ahora ya no queremos, indicaba a la señora que hace limpieza en el domicilio “mire chula”.
Sin embargo, el episodio “María Chula” nos deja una lección, los criterios y fundamentos que debe de tomar la autoridad que vela para la promoción y educación para eliminar la discriminación y el racismo. En determinados chapinismos versus peyorativos en sus diferentes contextos y dimensiones, y que como estos temas deben hablarse abiertamente en la sociedad, y cómo nosotros podemos aportar desde nuestras diferentes opiniones, en espacios de mutuo respeto.
Y no debe ser un tema que nos divida, y tampoco picarnos el hígado para tener la última razón, o peor aún, que nos convierta en “dementores”.
Guatemala necesita ciudadanos que promuevan la cultura del respeto y tolerancia, a veces la libertad de expresión tiene líneas muy finas y transparentes y como humanos nos equivocamos a la hora de emitir juicios.
Lo bueno es que existe la sociedad para crear contrapesos, en este caso, estoy de acuerdo con la opinión que la disculpa pública por utilizar el nombre “María Chula” fue un exceso.
Y esto, no tiene nada que ver si estoy o no a favor de la Propiedad Colectiva de los textiles o tejidos mayas, y tampoco me convierte en una racista.
Debo confesar que me desagrada cuando alguien me dice “hay tan chula” o cuando me dicen “vos”.
El uso del “vos” también tiene una historia detrás que debemos analizar detenidamente y no solo porque a mí me cae mal.