Fotografías que reflejan el horror de la guerra del Medio Oriente, los medios nos han vuelto consumidores del sufrimiento de los niños.
Muy lejos está que una foto nos llame a la reflexión, o tal vez peco de no ser conocedora de la materia, pero una fotografía tampoco hará que una guerra termine y creo que “hacer un llamado” a la conciencia es totalmente optimista. En cambio, una serie de imágenes estratégicamente posicionadas, fortalece o debilita una estrategia de guerra.
No es casualidad que hace unos días la imagen tomada por Omran Daqneesh, en la que está el niño siendo rescatado de un bombardeo en Siria, haya sido la sensación mediática en redes sociales y en los noticieros. Al observar el video y la fotografía es inevitable sentir la sensación del cuerpo erizándose y quebrarse a punto de llorar. La imagen es fuerte y expresa el sufrimiento, dolor e inocencia de un niño ante una guerra, que solo cuando sea adolescente conocerá lo que vivió, si es que logra sobrevivir. Justificar una guerra a costa del sufrimiento de los más débiles es un hecho deplorable, sobre todo, cuando se busca justificar la prolongación o endurecimiento de los ataques en la región.
Esta guerra ha sido un constante consumo de imágenes de dolor, sobre todo, de niños. Recordemos la foto tomada a Alan Kurdi, un niño muerto boca abajo con sus manos extendidas en una playa de Turquía, una imagen que dio la vuelta al mundo expresando el dolor de la crisis de los migrantes en Europa.
Sin embargo, la tragedia no termina allí, según datos de Naciones Unidas, más de 20 mil niños se exponen a ser reclutados por el Estado Islámico para ser soldados o señuelos explosivos, y las niñas ser tratadas como esclavas sexuales. Recordemos que un menor aún sin identificar está entre los sospechosos del bombazo en el que aparece la imagen famosa del niño siendo rescatado.
El dolor y sufrimiento a tan tierna edad también son experimentados por la niñez guatemalteca, tal vez ya no nacen en medio de una guerra, pero sí enfrentan otros problemas que aún no comprenden y son estimulados por factores como la familia y la sociedad, a que decidan migrar o bien, si es mujer, a casarse a temprana edad o terminar un embarazo cuyo origen no entiende y se condena su vida a ser madre sin tener derecho a decidir sobre su destino (ser madre es una opción no es obligación).
¿Qué le estamos ofreciendo a nuestra niñez?, ¿los impuestos por qué no van destinados a ofrecer alternativas para los niños guatemaltecos?, ¿por qué la respuesta siempre debe ser caridad o muerte por tratar de sobrevivir? De acuerdo con el Inacif, 63 niños han fallecido este año por violencia, y el Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva reportó que en el primer trimestre del año más de 600 niñas dieron a luz, producto de agresiones sexuales.
La sociedad no espera milagros, espera como mínimo y confía en que las autoridades harán lo necesario para no dejar de atender a la niñez guatemalteca, que es el sector de la población que sufre más y, sobre todo, en silencio.
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