viernes , 22 noviembre 2024
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Hay que vivir en armonía

El hombre ha perdido la compasión hacia el prójimo al que mata, al que le roba.

En su último discurso oficial el Secretario General de la ONU, Ban ki- Moon, hizo un repaso de los asuntos más importantes que sacuden al mundo, como el maltrato que se da a los inmigrantes, las guerras y la corrupción política de quienes tratan de perpetuarse en el poder. Y no es solamente mantener un mandato continuado, sino esconder los negocios detrás de los telones del poder, la fama y el enriquecimiento.

Lo que vemos en la actualidad es la gran descomposición social que se ha venido dando, desde hace muchos años, por falta de atención a la familia, que se desintegra paulatinamente con las amenazas y las prácticas de las nuevas corrientes materialistas que pugnan por alejar cada día más al hombre de su realidad y dependencia espiritual para hacer buenas obras.

El hombre ha perdido la compasión hacia el prójimo al que mata, al que le roba. Eso en el entorno social, igual ocurre en la unidad más pequeña en la que hace falta un líder que conduzca con responsabilidad, y esto conlleva amar a la  esposa y no solo con arrumacos, sino proveer lo necesario que incluye techo, alimentación, vestido y educación, amor y tiempo, tanto a ella, como a los hijos. Las criaturas que han sido abandonadas crecen con odio, resentimiento y deseo de venganza, causándoles daño a los demás. Cuando se refiere al abandono, no es precisamente en el aspecto físico y emocional, es descuidarle los principios de honradez para que en la vida les vaya bien y, como dice la Biblia, Dios bendiga toda buena obra que sus manos hagan, enseñarles el buen camino. Ese vacío psicológico y espiritual en ellos provoca envidia, ambición y la falta de dominio propio.

Hoy las naciones no tienen paz por las guerras y las luchas intestinas que involucran a otros Estados, provocan desplazamiento de sus habitantes en una gran mayoría buscando paz, sustento y trabajo. El origen de esos conflictos son precisamente por la ambición al poder, a sentirse poderosos, dueños de sí y de los demás, de los que se perfilan como dictadores o fanáticos de un origen religioso. El Nuevo Testamento dice que vivamos en paz y armonía, no hay que ser orgullosos, ni creerse mejores que los demás, pero también que seamos compasivos con los extranjeros, así como Dios es compasivo con nosotros que somos extranjeros de este mundo.


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