Lo que hacen las buenas familias

Las buenas costumbres fortalecen a los hogares y a las sociedades, además desarrollan hábitos para una coexistencia pacífica.

Las buenas familias realmente hacen buenas naciones, el problema mundial de una sociedad proclive al mal y a la delincuencia es consecuencia de que en el inicio del eslabón no se inculcaron los valores fundamentales de respeto, de honradez y fidelidad. El descuido, como producto de un corre corre tras el viento para alcanzar posiciones económicas que dieran comodidad y buscando a través de esto la felicidad, por supuesto, sin conseguirla, fue la causa de que se perdieran los principios.

Los padres se enrolaron en este absurdo, como lo califica la Biblia, porque pudieron tener muchas cosas materiales, pero en el devenir perdieron lo más valioso: la comunicación por medio del amor, el cuidado, la atención, el tiempo. Los hijos sin guía fueron buscando rumbos y muchos encontraron lo perverso como lícito y tienen una conducta depravada.

La consolidación de las familias no pudo concretarse porque no hubo una visión, fue un acto movido por la emoción y la atracción física, entre otras, por la atracción económica y, por lo tanto, sin ver más allá de la realidad.

La falta de solidaridad se manifestó cuando surgieron los problemas y era mejor darles la espalda y huir, que encontrar armonía y tolerancia. La semilla quedó en el camino y los resultados están a la vista. Hubo alejamiento de los principios espirituales y se perdió la fuerza vital para encontrar la dirección en medio de las tormentas de la vida. Y ¿por qué esto? En el noviazgo se inicia el proceso de preparación de la familia, con el qué queremos, a dónde vamos a llegar, qué educación daremos a nuestros hijos, cuántos tendremos y en qué tiempo. Se extiende la plataforma a planificar, establecer las políticas sostenibles para alcanzar el éxito que se traduce en un núcleo unido, por los lazos del amor, la comprensión, la atención.

Instruye al niño en el camino correcto, dice la Biblia, y aun en su vejez no lo abandonará. Y ese camino correcto es que no mienta, que participe en las tareas familiares, que reciba buenos ejemplos de respeto mutuo y respeto propio, de provisión para cubrir las necesidades, que reciba amor, afecto, tiempo, dedicación. Las buenas costumbres fortalecen a los hogares y a las sociedades, desarrollan hábitos para una coexistencia pacífica con propósitos y con metas.