Hoy vemos grandes estadísticas de parejas unidas de hecho superficialmente, sin adquirir el compromiso de ser un padre y una madre.
Nos hemos enfocado en los últimos acontecimientos y, por supuesto, hay preocupación, pero también culpabilidad como sociedad por el descuido al que hemos sometido a la familia, al núcleo que la fundamenta, lo vemos en la Biblia y en la Constitución Política de la República. Y es que desde hace tiempo no se le ha dado la importancia necesaria y por ello el desvío de los valores con los que nos enfrentamos. La familia, dice el diccionario, “es un grupo de personas formado por una pareja normalmente unida por lazos legales y religiosos que convive y tiene un proyecto de vida en común, y sus hijos cuando los tienen”.
Hoy, el matrimonio no existe; vemos grandes estadísticas de parejas unidas de hecho superficialmente, sin adquirir el compromiso de ser un padre y una madre y sus hijos. Vemos a una madre con uno o más hijos que se ha convertido “en madre soltera”. Y padres que solapan la conducta de los hijos varones y los protegen sin inculcarles asumir el compromiso contraído. En otros casos es mejor eludir el acto ante el abogado y luego ante la iglesia, porque ¿para qué? Y la respuesta la vemos en las cárceles, en las pandillas, las muertes de pilotos, robos y vagancia.
Esa es la realidad que vivimos, es por esa falta de responsabilidad de traer niños al mundo guiados por una pasión, por una actitud erótica y dejamos hijos abandonados sin amor, sin vida y expuestos a los grupos delincuenciales; en otros casos, los hijos crecen sin responder a la disciplina de los padres. Ah, pero ahí están los derechos humanos que no permiten la corrección, pero la Biblia dice que el padre que no disciplina no ama a su hijo.
El caos que como familia estamos experimentando, es por la falta de apoyo al matrimonio que las corrientes modernas ven como un asunto desechable, que en cualquier momento se puede enviar al basurero, las leyes lo apoyan y los hijos quedan “a la mano de Dios” y los resultados los vemos con las estadísticas de criminalidad.
En otros casos es mejor “rejuntarse” para estar a la moda. Les comparto tres enseñanzas bíblicas para una familia modelo: “Esposos, amen a sus esposas y no sean duros con ellas…hijos, obedezcan a sus padres en todo, porque esto agrada al Señor…padres, no exasperen a sus hijos, no sea que se desanimen”.
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