Falta un elemento esencial que permita que su aplicación pronta, evite la proliferación de la delincuencia y casos de linchados.
Vivimos un momento en el que todo pareciera derrumbarse, cuando las estructuras sociales están a punto de colapsar como consecuencia de la corrupción que ha levantado una gigantesca ola de escándalos a todo nivel, por supuesto que todos son inocentes mientras la Ley no diga lo contrario y sean sometidos a un juicio dentro del marco del debido proceso, mientras tanto vemos que la moralidad es un mito, y las buenas costumbres dejaron de practicarse hace mucho tiempo, porque en el hogar y en la escuela dejaron de enseñarse y practicarse.
Por todo eso, el sector justicia ha sido el centro de atención por los problemas económicos que atraviesa, por la duda de idoneidad en algunos juzgadores o por la lentitud en la que se desenvuelve y en otros por falta de aplicación de la sentencia, el ente operador no culmina en algunos casos las investigaciones profundas que cada caso necesita y requiere.
La impunidad, la corrupción son temas que se han tomado como base firme para la implementación de reformas al sector justicia, pero falta un elemento esencial que permita que su aplicación pronta y cumplida evite la proliferación de la delincuencia y otros hechos también criticables, como los linchamientos en algunos pueblos del interior del país y lo que claramente la Biblia señala como origen de lo protervo, porque si no se “ejecuta rápidamente la sentencia de un delito, el corazón del pueblo se llena de razones para hacer lo malo”. Muchas veces se actúa por compasión para los que actúan sin compasión hacia los demás, porque el que delinque y hace lo malo no tiene amor, porque este no perjudica al prójimo y como dice el apóstol Pablo, “el amor es el cumplimiento de la ley”.
Más allá de los niveles de corrupción y pactos que favorecen a unos pocos en detrimento de la generalidad en afán desmedido de tener más ingresos a costa de la salud, la educación, la seguridad. La falta de temor a Dios empuja a caer en el camino ancho de la perversidad, en la que los actores son los que proponen y los que aceptan sin llegar al alcance de las consecuencias. Para reflexión: la justicia protege al que anda en integridad. Y la falta de temor a Dios empuja a caer en el camino ancho de la perversidad.
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