El clásico sudamericano de futbol entre Argentina y Brasil saltó la semana pasada a la economía, al lanzarse ambos a captar inversiones, aunque economistas y empresarios lo ven como sana competencia e incluso con beneficios comunes.
En Buenos Aires, el gobernante Mauricio Macri tiró la casa por la ventana para organizar un foro al estilo Davos con más de mil 600 hombres de negocios de todo el mundo. El objetivo fue seducirlos con su modelo promercado. “Inviertan, que les damos garantías”, fue la frase más escuchada.
En Brasilia, el nuevo gobierno del presidente Michel Temer, tras la destitución de Dilma Rousseff, lanzó un plan de concesiones y privatizaciones en transporte, minería, electricidad, puertos, aeropuertos, entre otros sectores.
A ambos mandatarios más que el amor, los une el espanto, como diría el notable escritor argentino Jorge Luis Borges (1899-1986). Los dos necesitan sacar a sus países del pozo en el que están hundidos con recesión, caída del consumo y déficit fiscal.
En el mundo del Foro de Inversiones del monumental Centro Cultural Kirchner (CCK) aún no habían tomado nota del anuncio de Temer, pero el economista de la consultora Abeceb.com, especializada en la relación argentino- brasileña, Dante Sica, le explicó a la AFP que se van “a disputar los mismos fondos”.
Mucho ruido
Mientras en el CCK, líderes de colosos como Coca Cola o Siemens se deshacían en elogios a la política aperturista de Macri, en Brasilia se tentaba a inversores con el plan Crecer.
“Vemos con buenos ojos las medidas (de Temer). Van a ser beneficiosas para toda la región. Brasil es nuestro principal socio comercial y tenemos inversiones allí”, comentó Luis Cagliari, director de la constructora Royal Sudamérica, en el CCK.
Los argentinos les dijeron a ejecutivos de las multinacionales que esperan inversiones por más de US $30 mil millones (Q225 mil 600 millones).
Pero el mini Davos argentino fue mucho ruido y pocas nueces. La Pan American Silver prometió US $1 mil millones (Q7 mil 520 millones) para explotar un yacimiento de plata en el sur. La alemana Siemens imagina desembolsar 5 mil millones de euros (Q41 mil 972 millones) hasta 2020. Y no hubo muchos números más. La frase más escuchada fue “hay que esperar y ver”.
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