El presidente dominicano, Danilo Medina, asumió ayer para un segundo mandato de cuatro años con el reto de que la pujanza económica contribuya a reducir la pobreza. Vestido de blanco, con la banda presidencial cruzada en el pecho, el gobernante prestó juramento en un acto al que asistieron, entre otros, homólogos como Nicolás Maduro (Venezuela), Evo Morales (Bolivia), Rafael Correa (Ecuador) y el interino de Haití, Jocelerme Privert.
Logros y retos
El mandatario inicia este período con desafíos, como sacar adelante una reforma tributaria que ayude a acortar la brecha social, según analistas de esa nación. Tras su discurso de investidura, se trasladó al palacio presidencial para juramentar a los miembros de su Gabinete, informó un comunicado oficial de la casa de gobierno.
En vísperas de la juramentación, el Gobierno resaltó como logros de los primeros 4 años la inversión prioritaria en educación, el apoyo a pequeños productores con préstamos y asistencias técnicas; además de la reducción de la miseria de 42.2 a 32.3 por ciento.
República Dominicana tiene una economía estable basada en el turismo, con un crecimiento de 7 por ciento en 2015 y de 6 puntos porcentuales proyectados para 2016 por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Asimismo, la inflación interanual se ubicó en julio a 1.85 por ciento, pero la pobreza sigue siendo inquietante en un país en el cual el desempleo llega a 13.3 por ciento, en opinión del Banco Central.
Medina, de 64 años, economista y dirigente del Partido de la Liberación Dominicana (PLD, centro), impulsó un cambio constitucional para poder optar por un mandato consecutivo. Para el nuevo cuatrienio, el economista Pavel Isa Contreras prevé un entorno macroeconómico favorable por los bajos precios de los hidrocarburos, pero con la presión de temas sociales que continuarán amenazando la estabilidad a largo plazo.
El académico del Instituto Tecnológico de Santo Domingo declaró a la AFP que en las cuestiones sociales, como la precariedad del servicio de salud, se torna difícil una solución estructural porque demandan grandes fondos. Estos recursos “dependen de una renovación fiscal profunda, que elimine gasto improductivo, ilegítimo”, señaló el experto.
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