El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, viaja hoy a San Petersburgo con la meta de romper el hielo con su homólogo ruso, Vladimir Putin, después de reprochar a Occidente la falta de apoyo tras la intentona golpista del 15 de julio.
Esta visita, la primera al extranjero del dirigente turco tras el golpe de Estado fallido, llega después de una reconciliación facilitada por las disculpas pedidas de parte de Erdogan por el derribo en noviembre de un avión de combate ruso por cazas turcos.
Erdogan se alegró de la postura de Rusia. Putin fue uno de los primeros dirigentes en llamarle para condenar el ataque sin mostrar estados de ánimo, como los dirigentes europeos, por la represión que siguió. “La actitud rusa contrasta mucho con las de los aliados occidentales de Turquía”, estimó Jeffrey Mankoff, del Center for Strategic and International Studies (CSIS) de Washington, EE. UU.
Las relaciones entre ambas patrias (países que se disputan influencia en el mar Negro y Medio Oriente) nunca fueron fáciles. No obstante, antes de la crisis de la destrucción del aeroplano ruso, las 2 naciones lograron compartimentar los litigios en temas como Siria o Ucrania para concentrarse en la cooperación estratégica, el gasoducto TurkStream a Europa, la construcción de una central nuclear rusa en Turquía o el objetivo de US $100 mil millones (equivalentes a Q753 mil millones) de comercio bilateral.
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