Manifestantes salieron a las calles de Brasil para pedir la salida definitiva de la suspendida presidenta Dilma Rousseff; mientras que otros grupos, más pequeños, para defender su permanencia, a cinco días de que se inaugure la justa olímpica.
Un aproximado de 4 mil manifestantes protestaron contra la presidenta izquierdista en la calzada de la playa de Copacabana, calculó un periodista de la AFP, en pleno cartón postal de Río de Janeiro, que acogerá la gesta deportiva entre el 5 y el 21 de agosto.
“Queremos nuestro país de vuelta y que esta gente se vaya”, declaró Vilma Moniz Portella, una abogada de 68 años que llevaba un pequeño muñeco inflable del juez anticorrupción Sergio Moro, quien lidera la investigación sobre el fraude en Petrobras que ha alcanzado a la élite política y empresarial.
El ambiente era festivo y familiar. En medio de la muchedumbre que cada domingo invade la costanera carioca, sobresalía una figura inflable que representaba a Lula como presidiario.
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