Con la temporada 2016 de Fórmula 1 por comenzar el domingo en Melbourne, con el Gran Premio de Australia, el próximo título mundial debería jugarse entre los 2 pilotos de Mercedes, el monarca Lewis Hamilton y Nico Rosberg, y la estrella de Ferrari Sebastian Vettel.
Este último busca su quinta corona de campeón mundial, la primera con la Scuderia, después de marcar una época en Red Bull con sus 4 entorchados consecutivos de 2010 a 2013.
Sería un premio a su madurez y la recompensa a su arriesgada decisión de fichar por Ferrari a finales de 2014, cuando había finalizado el año sin victorias y el equipo de Maranello no conseguía dar con la tecla para luchar contra Mercedes.
Desde entonces, Vettel ha trabajado duro para demostrar que es un digno heredero de su compatriota, el legendario Michael Schumacher, 7 veces campeón mundial, 5 de ellas con el laureado equipo italiano. Baby Schumi, como era conocido Vettel en sus inicios, completó un notable año de debut al ganar 3 carreras en 2015 (Malasia, Hungría y
Singapur).
El alemán estará secundado por el veterano finlandés Kimi Raikkonen, campeón del mundo en 2007 con Ferrari, su único verdadero amigo en el paddock. Los 2 campeones están en las antípodas; Vettel es un tipo cercano y sonriente, mientras que el nórdico es conocido como Iceman por su frialdad.
Si Vettel gana un quinto título igualaría en el ranquin histórico al legendario argentino Juan Manuel Fangio, ídolo en los años 50, y significaría el final de la dictadura de Mercedes, ganadora de 16 carreras de 19 tanto en 2014 como en 2015, para lograr los 4 títulos mundiales (pilotos y constructores).
“Terrible rivalidad”
En Mercedes, el contexto podría jugar a favor de Rosberg. Si Hamilton pierde algo de motivación después 3 títulos mundiales, 2 logrados de manera consecutiva (2008, 2014 y 2015), y continúa con su ritmo de vida propio de una estrella, su compañero alemán podría recortar la diferencia que los separa.
Cada día más cómodo en su faceta people, a Hamilton se le puede ver en cualquier rincón del planeta disfrutando de su condición: ha salido de fiesta con Rihanna, esquiado en Aspen con Lindsey Vonn o fue a los Óscar con un traje de Dior. Todo bien reflejado en las redes sociales.
“Me viene bien y disfruto”, se justifica Hamilton, soltero y propietario de un jet privado, además de un perro bautizado Roscoe, al que paseó en la pista de Barcelona.
Alejados las dos últimas temporadas por sus conflictos en la pista, los amigos de adolescencia, cuando eran dos de las mayores promesas del automovilismo, se mostraron relajados y se prestaron al juego.
“¿Ya estás trabajando duro?”, preguntó Rosberg, ganador de las 3 últimas carreras en 2015, a su compañero.
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