Rosa SULLEIRO. Sao Paulo, Brasil | AFP | Obligado a declarar por el fraude en Petrobras, el expresidente Luiz Ignacio Lula Da Silva pidió a sus partidarios que lo apoyen en las calles, mientras la oposición gana ímpetu para acelerar la destitución de la presidenta, Dilma Rousseff.
Fiscales brasileños sospechan que Lula, aceptó favores económicos de empresas constructoras acusadas de un desfalco a Petrobras, y a su pedido, la policía allanó el domicilio y las oficinas del exmandatario, socios y familiares, y lo obligaron a declarar ante la policía.
El carismático Lula, que a sus 70 años se vislumbra como eventual presidenciable del gobernante Partido de los Trabajadores para las elecciones de 2018, se declaró ultrajado, y en inflamados discursos aseguró el viernes que “si me quieren derrotar me tendrán que enfrentar en las calles de este país”.
“A partir del lunes estoy dispuesto a viajar por todo el país… yo sobreviví al hambre, y quien sobrevive al hambre no desiste nunca”, dijo Lula, que de niño fue lustrabotas y luego tornero mecánico y sindicalista antes de alcanzar la presidencia.
Unos 500 partidarios de Lula se apostaron hoy frente a su domicilio y gritaban consignas de apoyo, la presidenta Dilma Rousseff tiene previsto visitarlo por la tarde, mientras que una manifestación de apoyo fue convocada para el martes próximo.
La citación del exmandatario levantó los ánimos de la oposición que prepara hace semanas una nueva protesta el 13 de marzo para presionar por la salida de la actual mandataria.
Al escándalo en Petrobras, que ha llevado a la cárcel a importantes figuras de su partido, se suma un proceso de destitución por maquillaje de las cuentas públicas, una crisis política que tranca su agenda en el Congreso y, el Tribunal Superior Electoral, investiga si la financiación de su campaña a la reelección fue ilegal.
Brasil atraviesa además, una severa recesión económica que se anticipa como la peor en un siglo, la inflación alcanza los dos dígitos y el desempleo está en alza hace meses.
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