Después de realizarse las investigaciones de rigor, se anunció que el accidente de trenes, del 9 de febrero, en un bosque situado a 60 kilómetros al sureste de Múnich, Alemania, que costó la vida de 11 personas, fue producto de un error humano.
“No hay ningún indicio relativo a un problema técnico”, informó el fiscal de Traunstein (suroeste), que dirige la pesquisa del percance. Esa hipótesis fue evocada por la prensa desde el día de los hechos.
El responsable del cambio de agujas, un hombre de 39 años, fue inculpado por homicidio por negligencia, heridas e intervención peligrosa en el tráfico ferroviario, precisó el magistrado, al agregar que el agente reconoció su error.
Los investigadores no precisaron el tipo de desacierto cometido por el empleado pero, según los diarios locales, el trabajador dejó pasar uno de los dos trenes que iba con retraso, desactivando el sistema de seguridad que podría haber accionado el freno automático.
Según los análisis, el encargado no estaba bajo los efectos del alcohol ni de las drogas.
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