El papa Francisco urgió a sacerdotes, monjas y seminaristas para que no se resignen ante la violencia, el narcotráfico y la corrupción, en una misa que realizó en Michoacán, estado occidental aterrorizado por el cártel Los Caballeros Templarios.
“¿Qué tentación nos puede venir? Frente a esta realidad nos puede ganar una de las armas preferidas del demonio: la resignación, que nos atrinchera en nuestras sacristías y aparentes seguridades”, advirtió el jefe de la Iglesia católica durante la ceremonia.
El jesuita, quien instó a transformar la realidad violenta, llevó el báculo de Vasco de Quiroga, el primer obispo de Michoacán, que durante la época de la colonia dedicó su vida a los indígenas purépechas de esa región, que le pusieron el mote de Tata Vasco.
Los religiosos cantaron, bailaron y saltaron en un ambiente de fiesta mientras esperaban la llegada de Jorge Mario Bergoglio, el primer papa latinoamericano de la historia.
Lo acaecido
Las campanas de la catedral colonial de Morelia tocaron para saludar al Papa, mientras fieles que no pudieron ingresar a la misa en el estadio Venustiano Carranza, buscaban pantallas de televisión en cafés y restaurantes para acompañar la misa.
La visita del Obispo de Roma a Michoacán se realiza en medio de una férrea vigilancia de las fuerzas de seguridad, en una región en la que en 2013 un sacerdote, por seguridad, llegó a tener que celebrar la eucaristía portando un chaleco a prueba de balas.
Con amenazas que incluso han acabado en muertes, ese lugar es uno de los sitios más peligrosos para los curas, que no han logrado escapar de la violencia que generan los cárteles de la droga.
Antecedente
La violencia que han ejercido La Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios en esta parte del país, llevó en 2013 a campesinos a formar Comités de Autodefensa Civil, milicias para protegerse de estas organizaciones criminales que extorsionaban, secuestraban y mataban en las diferentes comunidades del país.
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