sábado , 23 noviembre 2024
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El primer prófugo de Guatemala

El jefe de los invasores españoles fue el primero en huir de la justicia en Guatemala.

Hace 475 años falleció Pedro de Alvarado. Participó en la conquista de Cuba, en la exploración del golfo de México y de las costas de Yucatán, y en la conquista del Imperio azteca dirigida por Hernán Cortés. Intervino en la Matanza de Tóxcatl, en el sitio de Tenochtitlan y ejerció la violencia extrema en Centroamérica. Durante la campaña para sofocar una sublevación de indios en Nueva Galicia, México, Alvarado resbaló en su caballo y salió mal herido. Tras sufrir por varios días, murió el 4 de julio de 1541, después de dictar su testamento. Ordenó que su cuerpo fuera enterrado en la iglesia de Guadalajara, que luego lo trasladaran al convento de Tiripitío, y por último al convento de Santo Domingo de México.

En 1568, su hija Leonor de Alvarado, pidió licencia para depositar sus huesos en la catedral de Guatemala. El historiador Fuentes y Guzmán refirió haber conocido el sepulcro de Alvarado en esa iglesia, que fue demolida para construir una nueva, pero advirtió que cuando escribió su crónica (1690), los restos ya no estaban. Desde entonces se desconoce dónde se encuentra su tumba. En 2008 se publicó  la obra de José María Vallejo García-Hevia, titulada Juicio a un Conquistador: Pedro de Alvarado. El estudio, en 2 tomos y 1 mil 334 páginas, continúa las investigaciones de Jesús María García Añoveros para “abordar un estudio crítico, todavía inexistente, del conquistador, poblador, adelantado y gobernador de Guatemala”.

Alvarado fue acusado de abusos y de incumplir con sus deberes en sus actos políticos, gubernativos y judiciales. Como oficial público y del rey, afrontó Juicio de Residencia desde 1536, hasta su muerte, en 1541. “El Conquistador” huyó del juicio, en agosto de 1536, convirtiéndose en el primer prófugo de la justicia y el iniciador de la impunidad de lo que ahora es Guatemala. Entre los centenares de documentos del proceso en su contra están las voces de los “conquistadores menores” que lo acompañaron en sus correrías y desmanes.

Los españoles encontraron la mejor forma de expresarse en el Derecho, para hacer todo tipo de críticas que develaron las violencias que oscurecen la leyenda del conquistador. Los indios, en cambio, no tienen voz para juzgar los hechos ocurridos. Pedro de Alvarado fue un aventurero duro, cruel, con ambiciones sin límites. No quedaron sus rastros físicos, pero se mantiene su espíritu de despojo de las riquezas materiales y humanas en Guatemala.


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