Handan, China | Tom Hancock, AFP
Con una calzoneta como única ropa, el chino Cui Deyi, apodado el oso polar, soportó el frío durante más de una hora dentro de un receptáculo transparente con hielo hasta la cintura, y no perdió la sonrisa, orgulloso de su reto, mientras jugaba con otra persona.
“Por el momento me siento muy bien”, declaró Cui Deyi, con el torso al aire pese a las temperaturas gélidas de Handan, ciudad del norte de China.
Él es uno de esos chiflados que someten sus cuerpos al frío extremo en los cuatro costados del planeta para probar sus límites.
“Podría quedarme por lo menos una hora más”, proclamó el atleta. Lo dijo con la seguridad de quien ya aguantó 75 minutos en las aguas glaciales de las costas noruegas en 2011, o eso dice.
Con las extremidades inferiores aprisionadas por fragmentos de hielo, el atleta no tardó en sentir escalofríos convulsivos.
Pero eso no le impidió ganar partidas de ajedrez chino. Como un relámpago, movía las fichas en la bandeja colocada frente al contenedor en el que estaba metido.
“Gracias a esto pongo a prueba mi capacidad para soportar el frío, para ver si mis pensamientos y gestos se ven afectados”, explicó el deportista.
Cui es originario de Huangshan, en la provincia de Anhui (este), y lleva una década participando en competiciones de resistencia al frío extremo, después de haber nadado en ríos y aguas heladas en pleno invierno. Así comenzó a convertirlo en un oficio.
Práctica extrema
La natación invernal consiste en bañarse en aguas glaciales, una práctica que supuestamente previene las enfermedades y despierta una gran afición en China, donde incluso cuenta con apoyo oficial.
En el país hay centenares de clubes, uno de ellos en Handan, que organizó el reto superado por Cui, a orillas del lago semicongelado de Yiquan.
Una muchedumbre de curiosos y políticos rodeaba al joven, junto a una banderola roja en la que se leía “Naden libremente en el lago Yiquan y construyan el sueño chino”.
Pero los nadadores no podían rivalizar con el llamado Oso polar de Huangshan.
“No podemos compararnos con él, él es formidable… La gente normal sólo puede mirarlo con respeto”, expresó Wu Guangji, de 50 años, antes de sumergirse en las aguas del lago con su gorro de baño amarillo.
Cui no es el único experto en esta disciplina en China. En 2013 se midió a su compatriota Jin Songhao. Los dos estaban sumergidos hasta el cuello en contenedores llenos de hielo. El oso polar dejó fuera de juego a su adversario en 138 minutos, según la prensa.
Pero su principal rival a escala mundial es el neerlandés Wim Hof, conocido como el hombre de hielo. En 2007, escaló el Everest, en calzoneta, hasta los 7 mil 400 metros, batiendo un nuevo récord. No tiene poderes especiales, sino décadas de entrenamiento, de meditación y yoga.
Nada que asuste a Cui quien, desde su receptáculo de hielo, desafía a todo aquel lo suficientemente bueno a medirse con él cuando quiera.
Al cabo de una hora de inmersión, el chino salió del contenedor. La temperatura rozaba los 2 grados centígrados, aunque desciende hasta los menos 8 grados centígrados. Unos asistentes le dieron un albornoz (capa con capucha) y golpetearon su cuerpo para restablecer la circulación sanguínea. Después se vistió y dirigió al hotel.
Con las manos alrededor de un cuenco de sopa humeante, acompañada de raviolis de verduras, Cui explicó que se entrena a diario y toma un baño de hielo cada día de media hora.
¿Y sus “poderes”? “Es realmente increíble ¿verdad?”, contesta.
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