Rodeada de pequeños y padres de familia del Jardín de Niños de Puntarenas, Costa Rica, la tortuga se arrastró hasta el borde donde llega la espuma de las olas, y de allí, emprendió su camino hacia la inmensidad del océano: su hogar.
Con aplausos, los infantes despidieron a este valiente animal que sobrevivió a los residuos que contaminan las aguas saladas. Para muchos fue difícil hacer lo que se debía y decirle adiós, pero Romelia tenía que ser liberada para volver al mar.
El quelonio fue rescatado hace 7 meses en playa Montezuma, en Cóbano de Puntarenas, a 400 metros del Refugio Nacional de Vida Silvestre Romelia. De ahí, su nombre. Los funcionarios de ese centro recibieron la llamada de unos turistas, el 18 de noviembre de 2015.
Medida
Jennifer Rivera, funcionaria del Refugio, se trasladó al sitio para verificar el estado de salud del galápago, al cual localizó entre las rocas. Se trataba de un ejemplar de la especie lora (Lepidochelys olivacea).
“Estaba prisionera en una red de pesca, de milagro estaba viva. Ese día se llevó al refugio donde contactamos al Sistema Nacional de Áreas de Conservación para trasladarla al Parque Marino del Pacífico”, dijo Rivera. Fue puesta en un estanque, donde permaneció para sanar las heridas en el caparazón, aletas y cabeza.
La red de pesca había afectado la aleta delantera del lado derecho de Romelia, por lo que se le tuvo que amputar. También se le trató la anemia que padecía.
El médico veterinario, Esteban Rubín, manifestó: “Cuando llegó estaba muy hidratada y tenía múltiples heridas, una de ellas la presentaba en la ala, la cual estaba con infección y se le tuvo que hacer una amputación para proporcionarle una mejor curación”.
Cuando fue ingresada en el Centro, el animal pesaba 21 kilogramos (42 libras) y al ser liberada había subido a 24.7 (50 libras). De haber tenido la otra extremidad, su peso hubiera sido de 27 (54).
“Su liberación se dio en condiciones de salud muy buenas y sin ningún impedimento para volver a su vida normal en el mar”, afirmó Rubín.
El viernes, a las 11:00, el reptil salió alzado por el personal del Parque Marino del Pacífico y paseado frente a niños y adultos. Posteriormente, fue colocado en la arena a la orilla de la playa.
Según un informe de la organización Ocean Conservancy (OC), las consecuencias directas de la basura son evidentes en todo el mundo. En total, y en 25 años de labor de limpieza de playas, la entidad registró 4 mil 73 casos de animales silvestres enredados en los desperdicios.
Las aves fueron las más afectadas, pues se registraron mil 449 casos. Le siguieron los peces, invertebrados, mamíferos marinos, reptiles, anfibios y corales o esponjas.
Los animales estaban entre restos de redes y líneas de pesca, cuerdas y bolsas plásticas. “Al estar enredados entre la basura, los animales no pueden alimentarse, nadar o reproducirse”, destacó OC.
Según la organización, la vida silvestre puede confundir con comida las tapas de las botellas, los filtros de cigarrillos y los encendedores. Esto puede enfermar a esos seres por bloqueo digestivo, ya que se sienten llenos y no comen lo cual puede llevarlos a la muerte.
“Ver a Romelia llegar hasta la playa fue algo bello para mí. Me dio mucha alegría verla arrastrarse hasta el agua”, manifestó el niño Carlos Luis Morera.
*Con información de La Nación
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