Los programas de reforestación impulsados por el Estado han logrado reducir las áreas depredadas en el país. En 18 años se han sembrado 152 millones de árboles, en 138 mil hectáreas, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Bosques (Inab).
La siembra de especies no se limita a ese concepto; va más allá, pues contribuye al desarrollo económico de las familias campesinas involucradas en el manejo sostenible de los bosques, explicó Mario Salazar, director de Desarrollo Forestal de la entidad mencionada.
En el período citado, han sido favorecidas 210 mil familias en la región rural, mediante proyectos como los Incentivos Forestales para Poseedores de Pequeñas Extensiones de Tierra con Vocación Forestal y Agroforestal y de Desarrollo Forestal.
Deforestación
Según los ecologistas, las causas de la deforestación son la tala inmoderada, el uso del suelo para los monocultivos, la ampliación de la frontera agrícola o ganadera, los incendios accidentales, provocados o naturales y las plagas.
El noreste de Petén, la Franja Transversal del Norte, Izabal y el oriente son las regiones más afectadas por el fenómeno.
Desafortunadamente, se pierden no menos de 38 mil hectáreas de bosque al año, lo cual evidencia la urgencia de que todos los guatemaltecos aprendan a utilizar esos recursos de manera responsable y sostenible, agregó Salazar.
Esto implica que las entidades gubernamentales, como el Inab, lleven a cabo programas para revertir el daño.
En este sentido, el Estado ha invertido un monto de Q1 mil 441 millones 503 mil 444.99 como incentivo para los núcleos que han recuperado 137 mil 519.45 hectáreas de 1998 a la fecha, sembrando 152 millones 784 mil 109 árboles.
En las áreas protegidas dañadas se han reforestado 19 mil 304.95 hectáreas, con 21 millones 447 mil 799 especies nativas, lo cual significa una inversión de Q201 millones 96 mil 366.41.
Acompañamiento
Estas acciones también cuentan con el apoyo de entidades proambientales, que han implementado planes en las zonas que han sido devastadas por la mano irresponsable del hombre.
“Se colabora con la creación de viveros comunitarios, que consiste en reproducir las especies de árboles y capacitar sobre el cuidado y el rápido crecimiento de estos para que los pobladores puedan usar la madera para consumo propio o comercialización, sin dañar el recurso natural”, expresó Robin De León, representante del Instituto Privado de Investigación sobre Cambio Climático.
“Los proyectos para el rescate y restauración del medioambiente han sido acertados, y la puntualidad en los pagos por reforestación permite que se mantenga la confianza en lo pactado”, apuntó Luis Castillo, gerente de Defensores de la Naturaleza.
Por su parte, César Barrios, director de Comunicación de la Fundación para el Ecodesarrollo y la Conservación (Fundaeco), indicó: “Nosotros abogamos por el incremento de los recursos económicos para la protección de la flora y fauna”.
Bien común
Las autoridades y los ecologistas coinciden en que al poblar los espacios depredados estos aportan beneficios a las comunidades, como absorber el dióxido de carbono y liberar oxígeno, proteger el suelo de las consecuencias de la erosión, aportar barreras contra el viento y producir madera para el consumo y venta, pero lo más importante, se conserva la vida.
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